miércoles, 26 de agosto de 2015

¿Cuánto vale un tanque de agua en La Habana?

El precio promedio de un tanque de 55 galones se ha duplicado en la capital cubana, pasando de 20 a 40 pesos convertibles promedio durante el último mes, de acuerdo a un rastreo directo con los vendedores informales que operan alrededor de varias ferreterías importantes de la ciudad.
“La gente anda detrás de los tanques, el suministro diario falla mucho y las noticias dicen que la sequía no va a parar.” El opinante ofrece depósitos de factura plástica, con tapa de rosca, totalmente desinfectados, a 40 CUC, unos mil pesos moneda nacional si el cliente viene a buscarlos.
¿De dónde salen estos tanques? : “No se preocupe de donde, lo importante es que si lo necesita, nuevecitos los tenemos”. Es evidente que el único suministrador posible es el estado, fueron recipientes de productos químicos importados. De alguna forma al vaciarse el contenido original, en los almacenes terminan robándose el contenedor.
No es para andarse con cuentos,  hay barrios habaneros que reciben el agua una vez a la semana a través de camiones pipas, ha surgido un nuevo comercio vinculado al líquido vital, la gente hace colas junto a los pocos grifos de acceso más o menos público, casi siempre empresas estatales que permiten a los vecinos rellenar sus vasijas durante ciertas horas del día.
El dueño de una carretilla artesanal, simple tablado con cuatro rodamientos de acero como buenas ruedas, comenta: “Cada viaje por persona, 20 pesos por un tanque, aquí caben cuatro y los llevo hasta la puerta de la casa, algún que otro depósito pequeño no se cuenta porque no vamos a ser abusadores, se trata del agua para tomar.”
El negocio del agua escapa al estado, en la Plaza de Carlos III, por solo citar un gran mercado de ferretería y útiles del hogar, no hay existencias de tanques en venta desde hace semanas. Alrededor pululan las ofertas semi clandestinas de tales artículos.
Las perspectivas apuntan hacia el empeoramiento de la situación, de acuerdo con una nota informativa del Estado Mayor de la Defensa Civil, publicada en el diario Granma, el 17 del presente mes:
 “Se pronostica la extensión de la actual sequía intensa y poco actividad en la temporada ciclónica en lo que resta del año, afectando aún más la disponibilidad de agua para el próximo período seco, que comienza en noviembre del presente.”

Un pronóstico asociado parece ser el continuo incremento de los precios del mercado informal relacionado con el abasto de agua.

Por Mario Hechavarria Driggs.

Los cubanos ponen de moda la bandera de los Estados Unidos.

Artículos personales con símbolos norteamericanos, especialmente la emblemática bandera de las barras y las estrellas, ocupan un sitio privilegiado en el vestir cubano.
Décadas atrás semejante postura calificaba como “diversionismo ideológico”, actitud contrarrevolucionaria cuyas consecuencias podían alcanzar  hasta el calabozo.
Mayelín, vendedora por cuenta propia  de la calle Galiano ofrece detalles: “Piden mucho los bikinis, juegos de trusa y ajustador para la playa, están entre 18 y 20 dólares.”
Sin embargo, no se ve el artículo en exhibición, la muchacha aclara: “No es por tener la bandera  de los Estados Unidos, es por la prohibición de vender ropa importada, yo no tengo, pero aquí cerca, en los alrededores, están los ambulantes y es fácil conseguir cualquier cosa.”
Efectivamente, casi siempre estos vendedores callejeros andan con una pieza en la mano, por ejemplo, la muy solicitada gorra de los New York Yankees, de venir el inspector, simplemente es “su gorra, personal”, si hay confianza, entonces dicen, “espérese, voy al clave y vuelvo o mejor, vamos para que escoja.”
El “clave” es un pequeño almacén, muchas veces una entrada de escalera o la casa de alguien de entera confianza, donde están los productos ilegalizados por directrices estatales. La afamada NY cuesta no menos de 10 pesos convertibles-aquí dicen indistintamente dólares-según la calidad o el tamaño porque también los niños cuentan.
Un poco más lejos, calle abajo rumbo al Malecón, un señor exhibía con aparente “despreocupación” un pañuelo que reproducía en proporciones exactas la bandera americana, minutos más tarde, al volver indagando por el precio, el hombre no estaba, sencillamente vendió el producto y tal vez  fue al referido “clave” por otro similar.
En las llamadas TRD, Tiendas Recaudadoras de Divisas, monopolio estatal de este segmento del comercio minorista, atreverse a preguntar es todo un desafío, el dependiente, casi siempre mujeres, miran al inesperado preguntón con una sonrisa entre la ironía y el asombro, sin hablar le trasmiten el mensaje:
“Usted es bobo o tal vez trabaja para la policía económica”, DTI se le llama en Cuba. Sencillamente “tales productos con símbolos del “Imperialismo” no pueden venderse en nuestras tiendas”, contesta finalmente, con seriedad, un Jefe de área de venta en Ultra, uno de los grandes almacenes de La Habana.
Lo otro es irse a la Playa, estamos en el más caluroso de los veranos posibles, la temperatura exterior excita la interior, desde Tarará hasta Guanabo, varios kilómetros de arena sirven como pasarela a las exuberantes cubanas, entonces brillan en todo su esplendor bikinis, pañuelos y licras, abarrotados de estrellas, la imagen del momento, vuelta al número uno de la moda.

Por Mario Hechavarria Driggs.