miércoles, 28 de febrero de 2018

La Iglesia católica cubana avanza hacia un cisma inevitable.


Una interpretación más o menos rígida del concepto “cisma” no debe pasar por alto el contubernio velado pero efectivo entre el autoritarismo comunista y la milenaria institución. Poco faltó para confundir en un solo cuerpo a la dictadura castrista con los poderes de El Vaticano, bajo el protagonismo local del Cardenal Ortega y Alamino.
Desde 2010 el entonces Arzobispo de la diócesis habanera no ocultó su política de alianza con el gobierno de Raúl Castro, aún cuando en las estructuras eclesiales creció la oposición disimulada a su postura porque la contraparte del PCC mantuvo su proverbial atrincheramiento frente a cualquier interlocutor peligroso por sus poderes, reiterando la consabida frase “no cederemos ni un ápice.”
Lenier González Mederos, ex editor de la desaparecida revista trimestral Espacio Laical—auspiciada por el arzobispado—, ya fuera de Cuba, caracteriza la atmósfera interna de estos últimos años:
“Una mayoría de las estructuras institucionales de la iglesia católica cubana no estaba de acuerdo con el diálogo político con el régimen de Raúl Castro. El proceso de diálogo polarizó políticamente a la Iglesia. Los detractores del acercamiento entre la Iglesia y el régimen consideraban que con ese diálogo político la Iglesia no ganaba nada.” (Entrevista concedida al investigador de la Universidad Federal de Minas Gerais, Alexei Padilla en 2015)
La ejecutoria de la iglesia cubana fue un continuo retroceder, salvo honrosas excepciones. Destacan la homilía de Monseñor Meurice Estiu (RIP) en la Plaza de la Revolución de Santiago de Cuba, ante el Papa Juan Pablo II, elevado a los altares y Raúl Castro, ascendido a Jefe de Estado, así como la actual carta de tres párrocos cubanos al propio Raúl recientemente.
 El documento firmado por los sacerdotes Álvarez de Devesa, Rodríguez Alegre y Morales Fonseca se pronuncia 20 años exactos después de aquellas palabras “La Patria es de Todos”  de Monseñor Meurice y de hecho resume todo el malestar acumulado por los católicos de nuestra nación.
Los hermanos Castro han jugado con tres Sumos Pontífices sin variar en nada su política interior, que ha convertido a la mayor de las Antillas en una inmensa cárcel política, trauma incrementado por la enfermedad crónica de carácter económico que padece el país.
El informe anual de la prestigiosa Human Rights Watch da cuenta de unas 5 mil detenciones arbitrarias durante el año pasado, aunque la cifra es menor a la reportada en 2016 “el régimen sigue usando otras tácticas represivas, tales como golpizas, denigración pública, restricciones de viaje y despidos" para castigar el disenso y la crítica pública.”
El obispo de Pinar del Río, Presidente de la Comisión Nacional de Pastoral Penitenciaria ha coincidido con algunos periodistas extranjeros acreditados en La Habana al afirmar que “En Cuba si tenemos casos de presos políticos”. (Palabra Nueva, diciembre de 2016))
Si hay lectores con dudas al paso de la fecha señalada, basta con recordar el reclamo internacional creciente por la libertad del Doctor Eduardo Cardet, Coordinador Nacional del Movimiento Cristiano Liberación, sentenciado arbitrariamente a 3 años de prisión a raíz del duelo por la muerte del Líder Histórico Fidel Castro Ruz.
Como se aprecia, no le falta el ejerció de la más alta retórica política a la curia católica nacional, el problema es pasar de los documentos con escasa repercusión en los feligreses a la comunicación que ofrece el púlpito, junto a otras numerosas acciones posible de contacto con la población.
De la palabra a los hechos, la Iglesia Católica de Cuba debe abandonar la postura auto referencial tan criticada por el Papa Francisco, salir de sus acogedores claustros,  al menos en nuestro país, para lanzarse a la extraordinaria aventura de la permanente evangelización.
El propio Cardenal Ortega lo ha dicho: “La Iglesia no está para cambiar gobiernos, sino para llevar el evangelio a los corazones de los hombres, que serán los que cambiarán los gobiernos”.
Hacen falta pastores al estilo de Castor José Álvarez de Devesa,  José Conrado Rodríguez Alegre, oficiando una misa a las Damas de Blanco en su obligada prisión domiciliaria de Lawton.        

 Por Mario Hechavarria Driggs
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martes, 27 de febrero de 2018

Dibujos como ratas en paredes, inundan la capital.


El encapuchado no deja de presentarse en los más disímiles retazos de paredes a punto del derrumbe, al menos aprovechadas por estos pintores tan incógnitos como la mayoría de los mensajes que han dejado a un público lejos de cualquier reflexión coherente de una dramática vida social con mucho de paradoja o contra sentido.
El cuadro de la esquina de Subirana y la avenida Carlos III es el más logrado de los varios protagonizados por este hombre con su cara oculta en tanto trasmite mensajes problemáticos para quiénes, mayoría, prefieren escapar de su cotidianeidad.
Se trata de un mural de 3 (ancho) por 2 (alto) metros, como otros, aprovechando paredes antiguas de la ciudad, muchas a la intemperie porque es lo que resta de una mampostería desplomada durante décadas de total abandono. El encapuchado muestra en su pecho esa libreta de abastecimientos, condena eterna de una economía lejos de cualquier futuro posible.
Le acompañan números igualmente imposibles: 2+2=5, una clave para recordarnos que en este país excepción del mundo, la sencilla aritmética escolar, lenguaje universal, es también un fuera de lugar porque “la cuenta no da”, como dicen los cubanos.
Sin embargo, reflexionar en Cuba es peligroso, por tanto, el siniestro de la capucha ha de ocultar su rostro, precavido ante el probable acto represivo.
Otros dibujos se combinan en áreas mayores, conformando auténticos murales, de ellos los hay con unos diez metros de largo, mezclando diversos estilos pictóricos. Es interesante el uso de las caprichosas sinuosidades de la construcción por parte de los artistas, dicho en plural porque a pesar de la parquedad de muchas personas que cohabitan con esta plástica enigmática, se infiere la acción de varios dibujantes.
En la calzada de Infanta el atrevimiento llegó hasta la sacrosanta figura del Che Guevara, un Ernesto más diablo que santo, “calentado” con el agua, elixir de la vida, fluyente desde un ingenioso calentador, posible tanto en el pasado, el presente o el imprevisible futuro.
Hay obras muy elaboradas, se ha logrado identificar a la autora luego de una paciente observación de tantos mensajes hechos enigmas con la evidente deliberación de sus autores. Parte de esta decisión pudiera ser en defensa propia, parte una forma de evitar la censura y parte también el hecho de que nadie tiene aquí soluciones a tanto enredo armado durante seis décadas revolucionarias.
La gente pasa sin detenerse a mirar, van tan ensimismados por el diario luchar el alimento que un arte tan agresivo no hace mella en sus ojos. Curioso resultó ver a un señor que viró el rostro cuando el cronista apuntó su cámara hacia un mural que es una tapia en la pared exterior de su humilde morada.
No sería por evitarse complicaciones con las autoridades porque dada la compleja elaboración de los dibujos, es evidente que fueron hechos con conocimiento de causa, a plena luz del día y como no dicen por las claras abajo Fidel o abajo Raúl, pues no urge borrarlo con capas improvisadas de lechada, práctica común en otros muchos grafitis conocidos.
La respuesta es sencilla: los ojos no ven cuando la mente está ausente. Sin embargo se probado la opción contraria, aquellas personas que por alguna casualidad se detuvieron a mirar uno de tantos cuadros, desde entonces no han dejado de mirar sin importarles las ratas, menos aún estas paredes que inevitablemente habrán de caernos encima.

Por  Mario Hechavarria Driggs

martes, 13 de febrero de 2018

Accidente en La Habana Vieja


Un auto rentado por turistas, impactó una moto-eléctrica, marca Suzuki, que circulaba por la calle Monserrate y Obrapia del municipio capitalino de La Habana Vieja.
El accidente ocurrió en la mañana del lunes 13 de Febrero, el conductor de la moto no sufrió daños, pero su acompañante, una joven, sufrió un golpe en la pierna, que le impedía caminar, siendo llevada en un bicitaxis, hacia el cuerpo de guardia del Policlínico Antonio Guiteras.
La culpa es de la moto”. Decía un señor llamado Pablo, testigo presencial de los hechos. “La moto iba a gran velocidad y no se percató que venía el carro”.
Otros culpaban al automóvil, según ellos, no respetó la señal de “Pare”, ubicada en la calle Obrapia.
No respetó la señal de “Pare”, además para rentar un auto en Cuba, hay que tener dinero, que paguen por la moto y por la muchacha”. Afirmaba otro testigo, llamado Ramón.
Minutos después del accidente llegó un policía del tránsito en su moto 347. El oficial llenó los papeles reglamentarios, y luego autorizó a los implicados que siguieran viaje. El auto rentado y la moto eléctrica apenas sufrieron daños.
En el estelar del Noticiero Nacional de la Televisión Cubana, NTC, del pasado sábado 11 de Febrero, se ofreció un reportaje, sobre el aumento de los accidentes del tránsito en la capital, provocado en su mayoría, por los conductores de motos eléctricas. Este medio de transporte es ensamblado en Cuba y puestas en venta en mil y mil quinientos pesos convertibles en dependencia de la marca.
Por Mario Hechavarria Driggs

martes, 6 de febrero de 2018

Piden ayuda para que los saquen del albergue


Los damnificados de un derrumbe, piden ayuda para que los saquen de la comunidad de transito donde fueron ubicados, por las malas condiciones constructivas y falta de higiene que posee el lugar.
El albergue, que en su momento fue una Empresa del Café, se encuentra ubicado en la calle Lindero No125, e/ Pasaje Manglar y Santa Martha, municipio Centro Habana. En este lugar no hay electricidad, cuando llueve, las aguas negras con excremento inundan los pasillos, porque la fosa esta reventada. Las habitaciones tienen el techo muy bajo, obligando caminar con la cabeza baja y no hay cisterna para almacenar agua potable, los vecinos tienen que buscar y cargar el agua en cubos.
Uno de los damnificados, Bernardo Calviño Bayola, cuenta;
Nosotros vivíamos en la calle Belazcoain 211, entre Neptuno y Concordia, el edificio se derrumbó en el 2013, estuvimos en la calle por varios días. Por allí pasaban a cada rato, las Damas de Blanco y para evitar un problema político con estas mujeres, nos trajeron rápidamente para acá, con la promesa de sacarnos pronto.
Según Bernardo han pasado los años y la llamada Unidad Municipal de Atención Comunidades de Transito de Centro Habana, UMACT, no quiere atenderlos ni saber de ellos.
Hemos escrito a la Fiscalía General de la República, al Consejo de Estado, Tribunal Supremo, al presidente Raúl Castro, nadie nos hace caso. Hasta el periódico Granma se negó a publicar una carta en la que pedíamos ayuda. Entonces ¿Que vamos hacer?”.
Otro damnificado, Julio Molina Rojas, explica que la UMACT, solo concede viviendas por escalafón.
Para que te den una casa tienes que ser, militante del Partido Comunista, PCC, miembro del Ministerio del Interior o de las fuerzas armadas, FAR, si no eres nada de esto, ponte en la cola y espera a morirte, porque no te van a resolver nada”.

Por Mario Hechavarria Driggs