Alfredo pertenece al célebre contingente llamado “Los Excluibles”, quiénes fueron repatriados forzosamente a Cuba por exigencias del presidente Ronald Reagan. Comenzando esta semana dormía desnudo su desgracia en las cercanías de la embajada española cuando llegó la policía. La resistencia del pobre hombre de piel oscura, vagabundo y enfermo, hizo muy difícil la tarea a los guardias.
El caso no es excepción, cada cierto tiempo—semanas—las autoridades del Ministerio del Interior (MININT), organizan una redada, el ómnibus utilizado para transportar a los deambulantes es conocido por ellos mismos, quiénes si tienen tiempo, dan la voz de ¡a correr que ahí viene la guagua!, intentando escapar al obligado internamiento que les espera.
Del asunto comentó Enrique, otro ambulante de unos 55 años, mientras sorbía vino de bajo costo directo a la boca desde una botellita plástica que antes fuera recipiente de agua mineral para turistas:
“Nos llevan a un centro ubicado allá por El Cotorro, cerca de las "ocho vías"—autopista nacional—, allí hay médicos, comida, una colchoneta pero no deja de ser un antro de perdición. Mucho relajo, vi a una mujer haciendo caca en medio del salón y hasta dos locos enredados en el sexo delante de la gente.”
Enrique escapó del lugar aprovechando las indicaciones de otro detenido con más experiencia: “porque la libertad no tiene precio—comenta y sigue—la mayoría termina volviendo a sus parajes de siempre en la ciudad.”
De varios entrevistados, junto a la propia experiencia, se concluye que las grandes redadas son previas a visitas de figuras relevantes como El Papa o el Presidente Obama, cuando por cierto atraparon a Enrique. Lo mismo sucedió días antes de iniciar en Centro Habana la filmación de Rápido y Furioso en pasado año.
La respuesta de los mendicantes pasa por escapar y reintegrarse a su espacio, llegando hasta la violencia, así ocurrió dentro de la temida guagua la pasada semana junto a los restos de la muralla que se conservan cerca de la terminal de ferrocarriles en la Habana Vieja. Policías y vagabundos se trabaron en pelea.
Otra de las consecuencias para los ambulantes suele ser la pérdida inmediata de los escasos bienes que les acompañan, así pudo constatarse en la avenida de Carlos III al caer la tarde días antes de arribar a la capital el famoso Vin Diesel.
El ómnibus de la recogida sorprendió a decenas de vendedores ambulantes en los portales de la avenida, muchos lograron escapar porque los guardias perdieron tiempo al intentar requisarle las mercancías a un señor en silla de ruedas quien se negó rotundamente a obedecer, sin embargo, en la estampida no les fue posible a los otros cargas con sus pertenencias.
El asunto de los miserables de La Habana pare no tener fin, lejos de terminar se expande, es algo más que la hidra de las siete cabezas, se multiplica en una ciudad que se derrumba aunque las autoridades se empeñan por “limpiarla” de vez en cuando.
El caso no es excepción, cada cierto tiempo—semanas—las autoridades del Ministerio del Interior (MININT), organizan una redada, el ómnibus utilizado para transportar a los deambulantes es conocido por ellos mismos, quiénes si tienen tiempo, dan la voz de ¡a correr que ahí viene la guagua!, intentando escapar al obligado internamiento que les espera.
Del asunto comentó Enrique, otro ambulante de unos 55 años, mientras sorbía vino de bajo costo directo a la boca desde una botellita plástica que antes fuera recipiente de agua mineral para turistas:
“Nos llevan a un centro ubicado allá por El Cotorro, cerca de las "ocho vías"—autopista nacional—, allí hay médicos, comida, una colchoneta pero no deja de ser un antro de perdición. Mucho relajo, vi a una mujer haciendo caca en medio del salón y hasta dos locos enredados en el sexo delante de la gente.”
Enrique escapó del lugar aprovechando las indicaciones de otro detenido con más experiencia: “porque la libertad no tiene precio—comenta y sigue—la mayoría termina volviendo a sus parajes de siempre en la ciudad.”
De varios entrevistados, junto a la propia experiencia, se concluye que las grandes redadas son previas a visitas de figuras relevantes como El Papa o el Presidente Obama, cuando por cierto atraparon a Enrique. Lo mismo sucedió días antes de iniciar en Centro Habana la filmación de Rápido y Furioso en pasado año.
La respuesta de los mendicantes pasa por escapar y reintegrarse a su espacio, llegando hasta la violencia, así ocurrió dentro de la temida guagua la pasada semana junto a los restos de la muralla que se conservan cerca de la terminal de ferrocarriles en la Habana Vieja. Policías y vagabundos se trabaron en pelea.
Otra de las consecuencias para los ambulantes suele ser la pérdida inmediata de los escasos bienes que les acompañan, así pudo constatarse en la avenida de Carlos III al caer la tarde días antes de arribar a la capital el famoso Vin Diesel.
El ómnibus de la recogida sorprendió a decenas de vendedores ambulantes en los portales de la avenida, muchos lograron escapar porque los guardias perdieron tiempo al intentar requisarle las mercancías a un señor en silla de ruedas quien se negó rotundamente a obedecer, sin embargo, en la estampida no les fue posible a los otros cargas con sus pertenencias.
El asunto de los miserables de La Habana pare no tener fin, lejos de terminar se expande, es algo más que la hidra de las siete cabezas, se multiplica en una ciudad que se derrumba aunque las autoridades se empeñan por “limpiarla” de vez en cuando.
Por Mario Hechavarria Driggs
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