Mientras la televisión
nacional muestra el caos en Ucrania o los fuertes enfrentamientos entre
policías y manifestantes en Venezuela, tal parece que en La Habana, como reza
el estribillo de una vieja canción de Carlos Varela, la gente espera algo pero aquí no pasa nada, no pasa nada.
El miedo está
entronizado en la realidad nacional, reforzado continuamente por los medios de
difusión, creadores de un mito paralizante: los órganos de la seguridad del
estado son infalibles, contra la policía y los tribunales, no intentes el
desafío porque estás perdido de antemano.
Sin embargo nuestra
nación arde lentamente, la temperatura sube y el calor de pueblo puede estallar en cualquier momento. El panorama está
cambiando, aunque el miedo, como la costumbre, necesite tiempo para ser desterrado de la conciencia
popular.
Suceden a diario
numerosas manifestaciones de inconformidad, basta con acercarse a la cola del
pan o de los periódicos, si desea saber más, participe de cualquier discusión
callejera, tal vez comenzó por la Pelota, pero terminará con chispas, hablando
la gente de sus diarios reclamos.
La revuelta de los cuenta propistas en Holguín
semanas atrás fue un buen ejemplo de la inevitable reacción popular ante las
injusticias. El tumulto en la ciudad oriental involucró a cientos de
trabajadores sin un líder que los guiara, pero con una fuerte convicción, reclamar
derechos. Ellos fueron reprimidos por la policía, con un saldo favorable si
tenemos en cuenta que por vez primera la prensa estatal tuvo que, tímidamente,
al menos reseñar los hechos.
Por su parte las Damas
de Blanco continúan desafiando a los represores, reclamando el respeto a los Derechos Humanos. Vigiladas
por un ejército de uniformados y agentes
encubiertos. El pueblo las mira desde los balcones, admirado de tanta
determinación ante la violencia institucional.
La prensa independiente
aprovecha cualquier resquicio, la menor
oportunidad, denunciando la brutalidad
policial, comentando la difícil realidad nacional, señalando a los responsables
con nombres y apellidos, agregando los adjetivos que bien se merecen.
La bloguera Yoani
Sánchez entra y vuelve a salir, la detienen y no hay otro remedio que soltarla,
se está imponiendo la verdad, cada vez son más los arriesgados. No hay dudas de
que, lentamente, aferrándose a sus verdades, los opositores van ganando
terreno.
No estamos luchando en
vano, desde diferentes mentalidades, la oposición avanza, junto a su pueblo,
indudablemente negado a seguir viviendo esta triste realidad, venciendo al
miedo, el principal enemigo de la libertad.
La lucha no es fácil pero entre todos podemos lograrlos.
Por Mario Hechavarria Driggs, periodista independiente
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