martes, 3 de julio de 2018

Un verdugo de rostro agradable para una represión inusitada.


La ola represiva, cual Tsunami político, va extendiéndose por toda la sociedad cubana: científicos encarcelados entre la vida y la muerte, decenas de periodistas repetidamente detenidos, artistas que no pueden ejercer su derecho a una convocatoria sostenida por ellos mismos, mujeres vestidas de blanco golpeadas por marchar con una flor en la mano. La lista es interminable.
El Observatorio cubano de derechos humanos (OCDH) señala con certeza que “mientras el nuevo gobernante—presidente designado Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez— recorre el país en una constante operación de imagen, la represión aumenta en todas las provincias.” Este martes 26 de Abril, el gobierno de los Estados Unidos emitió una declaración al respecto:
"Instamos al gobierno de Cuba para que libere a los prisioneros políticos inmediatamente y que frene la detención arbitraria de activistas cubanos y pensadores independientes que critican a su gobierno a través de medios pacíficos. También exhortamos al gobierno cubano para que cesen las represalias contra los familiares de estos activistas.”
Se barajan diversas explicaciones a tan inusitada creciente represiva, expertos afines al gobierno, entrevistados por la agencia AFP, intentan infundir esperanzas: "Todas estas cosas son buenas señales, le da capacidad política y de maniobra para la reforma económica”, considera Arturo López-Levy, profesor de la Universidad de Texas-Rio Grande Valley quien desde su cómodo despacho seguramente climatizado, termina argumentando:
"La invocación a Raúl Castro es de esperar porque, aunque rescata el estilo del pasado, Díaz-Canel encuentra legitimidad al reiterar la continuidad del liderazgo histórico revolucionario.”
El anterior pensamiento se traduce en que el nuevo Jefe de Estado afianza su poder inculcando más miedo, lo compensa con una imagen renovadora contrastante con las “crueles” arrugas de su predecesor, y todo porque vendrán las tan ansiadas reformas.
Un editorial del portal digital Diario de Cuba se opone a tales “esperanzadores profesionales”:
Se trata, no del refuerzo y afianzamiento de las instituciones, sino del refuerzo del carisma de un líder. O sea, populismo. También se hace populismo al televisar las reuniones del Consejo de Ministros, porque lo importante entonces no es el buen funcionamiento institucional, sino la exhibición de ese funcionamiento. Puro exhibicionismo.”
La paradoja del Tsunami represivo que ahora viven los cubanos es que los represores pasan por encima de la propia constitución que juraron defender y que a bombo y platillos van a reformas sabe el diablo para qué.
Así incautaron más de diez mil firmas a punto de ser entregadas al gobierno en calidad de petición de libertad para su líder encarcelado Eduardo Cardet. La acción viola flagrantemente el artículo 63 de la constitución vigente, relativo al derecho a presentar quejas y peticiones a las autoridades.
La vida de un reconocido científico cubano corre serio peligro, solicita trabajar mientras cumple un año de cárcel por supuesto desacato, de ser cierta la falta de respeto a un agente de la autoridad, es una sentencia amañada, totalmente desproporcionada y de marcada intención política.
Con tales truenos cómo creer la nueva fábula de que Díaz-Canel nos traerá las anheladas reformas. Tutelado por Raúl Castro, aún la máxima figura del poder en el país, no importa cuánto "rejuvenecimiento" aporte la nueva combinación de garrote y sonrisa a la prometida solución de tantos y tan viejos problemas acumulados durante un tiempo igual a los años de la revolución castrista.
Cara nueva frente a problemas viejos, la certeza de no tener soluciones efectivas significa para los cubanos una maldecida combinación de sangre, sudor y lágrimas.


Por Mario Hechavarria Driggs











No hay comentarios:

Publicar un comentario