La
ola represiva, cual Tsunami político, va extendiéndose por toda la
sociedad cubana: científicos encarcelados entre la vida y la muerte,
decenas de periodistas repetidamente detenidos, artistas que no
pueden ejercer su derecho a una convocatoria sostenida por ellos
mismos, mujeres vestidas de blanco golpeadas por marchar con una
flor en la mano. La lista es interminable.
El
Observatorio cubano de derechos humanos (OCDH) señala con certeza
que “mientras el nuevo gobernante—presidente designado Miguel
Mario Díaz-Canel Bermúdez— recorre el país en una constante
operación de imagen, la represión aumenta en todas las provincias.”
Este martes 26 de Abril, el gobierno de los Estados Unidos emitió
una declaración al respecto:
"Instamos
al gobierno de Cuba para que libere a los prisioneros políticos
inmediatamente y que frene la detención arbitraria de activistas
cubanos y pensadores independientes que critican a su gobierno a
través de medios pacíficos. También exhortamos al gobierno cubano
para que cesen las represalias contra los familiares de estos
activistas.”
Se
barajan diversas explicaciones a tan inusitada creciente represiva,
expertos afines al gobierno, entrevistados por la agencia AFP,
intentan infundir esperanzas: "Todas estas cosas son buenas
señales, le da capacidad política y de maniobra para la reforma
económica”, considera Arturo López-Levy, profesor de la
Universidad de Texas-Rio Grande Valley quien desde su cómodo
despacho seguramente climatizado, termina argumentando:
"La
invocación a Raúl Castro es de esperar porque, aunque rescata el
estilo del pasado, Díaz-Canel encuentra legitimidad al reiterar la
continuidad del liderazgo histórico revolucionario.”
El
anterior pensamiento se traduce en que el nuevo Jefe de Estado
afianza su poder inculcando más miedo, lo compensa con una imagen
renovadora contrastante con las “crueles” arrugas de su
predecesor, y todo porque vendrán las tan ansiadas reformas.
Un
editorial del portal digital Diario de Cuba se opone a tales
“esperanzadores profesionales”:
“Se
trata, no del refuerzo y afianzamiento de las instituciones, sino del
refuerzo del carisma de un líder. O sea, populismo.
También se hace populismo al televisar las reuniones del Consejo de
Ministros, porque lo importante entonces no es el buen funcionamiento
institucional, sino la exhibición de ese funcionamiento. Puro
exhibicionismo.”
La
paradoja del Tsunami represivo que ahora viven los cubanos es que los
represores pasan por encima de la propia constitución que juraron
defender y que a bombo y platillos van a reformas sabe el diablo para
qué.
Así
incautaron más de diez mil firmas a punto de ser entregadas al
gobierno en calidad de petición de libertad para su líder
encarcelado Eduardo Cardet. La acción viola flagrantemente el
artículo 63 de la constitución vigente, relativo al derecho a
presentar quejas y peticiones a las autoridades.
La
vida de un reconocido científico cubano corre serio peligro,
solicita trabajar mientras cumple un año de cárcel por supuesto
desacato, de ser cierta la falta de respeto a un agente de la
autoridad, es una sentencia amañada, totalmente desproporcionada y
de marcada intención política.
Con
tales truenos cómo creer la nueva fábula de que Díaz-Canel nos
traerá las anheladas reformas. Tutelado por Raúl Castro, aún la
máxima figura del poder en el país, no importa cuánto
"rejuvenecimiento" aporte la nueva combinación de garrote
y sonrisa a la prometida solución de tantos y tan viejos problemas
acumulados durante un tiempo igual a los años de la revolución
castrista.
Cara
nueva frente a problemas viejos, la certeza de no tener soluciones
efectivas significa para los cubanos una maldecida combinación de
sangre, sudor y lágrimas.
Por Mario Hechavarria Driggs
No hay comentarios:
Publicar un comentario