Los
contenedores
de la basura se han convertido en el blanco predilecto de un grupo
cada día creciente de vándalos, de acuerdo al testimonio de Maylon
Arias Hernández, trabajador de Servicios Comunales de La Habana
Vieja, quien aseguró la cifra de más de un centenar de esos
depósitos plásticos, quemados durante los últimos meses.
“Los
bandoleros parecen disfrutar con pegarle fuego a los contenedores. El
mes de julio no ha terminado y te puedo asegurar que hasta el
momento 24 contenedores han sido destruidos, solamente en este
municipio”. Asegura Maylon.
Explica
la fuente que otro elemento importante es robarse el contenedor.
“Los
derriten para hacer “palitos de tendederas”, percheros,
juguetes, cubos, chancletas, sillas, embases de agua, etc.,
productos con alta demanda en la población. Hasta se llevan las
ruedas, en el mercado negro las cuatro ruedas tienen un valor de
diez pesos convertibles y con ellas hacen carretillas”.
Este
problema ha provocado alarma en las autoridades, imponiendo severas
sanciones a quiénes dañen los colectores de basura, cuyo
suministro al país se inició mediante donaciones, generalmente de
municipalidades europeas, españolas sobre todo, pero ahora
necesariamente importados con el correspondiente pago a fabricantes
y transportadores.
Lo peor es
que el vandalismo se extiende a otros bienes y servicios, se dañan
teléfonos públicos, se roban las cercas de metal que delimitan
los parques de la ciudad, desaparecen los cintillos que identifican
las calles habaneras, especialmente las del casco histórico de la
ciudad y como siempre sucede nadie ve nada.
Algunos
ciudadanos opinan, que lo que está sucediendo “no tiene pà
cuando acabar” y que todo es un reflejo de un malestar generalizado
ante un sistema fracasado que no encuentra las herramientas para dar
bienestar al pueblo, o como algunos dicen, sencillamente no les
interesa nada.
Por Mario Hechavarria Driggs
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