miércoles, 18 de junio de 2014

El Noticiero de la Television y la serie Cuba Dice.

Cuba dice, es el título de una serie de reportajes televisivos de actualidad, presentados desde hace algún tiempo con el protagonismo de la periodista Talía González. No pudieron los realizadores sustraerse a la muy bien llamada noticia del año, el escándalo de fraude académico correspondiente a las pruebas estatales de ingreso a la educación superior.
El reportaje ofrece diversas opiniones condenatorias de los bochornosos sucesos, aportadas por alumnos cuyos exámenes debieron repetirse debido a lo que bien pueden llamarse las últimas “filtraciones rápidas” en Cuba. También reproduce los criterios de varios cubanos tomados al azar, por supuesto, condenando enérgicamente los hechos, tal como debió ser la señal dada a los reporteros nacionales a la hora de abordar tan peliagudo asunto.
Una vez más Cuba dice peca por omisión, o sea, por lo que NO DICE.
Resulta inadmisible hacernos perder el tiempo con tantas opiniones condenando el lamentable fraude académico, otra respuesta sería imposible de exigirle a cualquier persona dispuesta a declarar públicamente al respecto. Ni siquiera ofreció este Cuba “dice” declaraciones de las autoridades del Ministerio de Educación en torno a un acontecimiento de su entera responsabilidad.
Al parecer estamos ante un auténtico misterio digno de los más célebres detectives del mundo. La prensa quedará al margen, maniatada por el secretismo, esperando la nota oficial del Ministerio del Interior, cuando los involucrados en la divulgación anticipada de los cuestionarios y su comercialización sean capturados, esperando la sanción legal correspondiente. Caerá sobre estos delincuentes la condición de auténticos culpables.
Sin embargo, en la calle corría de boca en boca entre los estudiantes una cifra conocida como CIEN, significa el precio de 100 Pesos Convertibles (CUC), iguales a 100 USD, por cada uno de los cuestionarios “filtrados”. Una frase a voz callada se repetía: la matrícula universitaria cuesta 300 CUC.
La centralización de estos exámenes estatales, el misterio que los envuelve, así como la forma enrevesada de su posterior calificación, apuntan directamente hacia la intención de las autoridades del sistema educacional, empeñadas en evitar lo que penosamente sucedió. Es evidente la falta de confianza en los educadores cubanos, aunque el discurso oficial diga lo contrario.
Esta triste realidad se sustenta en una crisis de valores inmersa en la sociedad, cuya reversión sólo será posible cuando estemos dispuestos, la prensa en primer lugar, a desnudar esa realidad, enfrentando las consecuencias de un debate agrio, pero necesario, como el vino proclamado por el Maestro Martí.
Leí el excelente artículo de mi colega Erasmo, cuyas opiniones sobre cómo evitar el extendido fraude académico, comparto casi totalmente. Sólo deseo agregar esta sugerencia:
Desde mis años de estudiante universitario, combinados con los de profesor desde el nivel medio hasta el superior, aseguro que un tribunal formado por tres educadores competentes, está ampliamente capacitado para determinar si un estudiante tiene los requisitos básicos de ingreso a la educación superior.
Reconozco la necesidad de garantizar la imparcialidad de este jurado académico, evitando su relación con sus alumnos habituales, además de cualquier otro vínculo tendiente a la falta de transparencia de los juicios emitidos. Tal jurado podría escogerse previo a las pruebas que ahora son noticia, entre los mejores profesionales del sistema, votados en asambleas con la participación de todo el personal docente educativo.
 Adicionar preguntas escritas debe ser una facultad del tribunal evaluador si así lo considera necesario o preverlo como parte del proceso propuesto. Siempre tendrá el tribunal académico  las facultades máximas luego de ser elegido. Hay que devolverle la confianza a quiénes enseñan con honor en las aulas cubanas.
Lo contrario es la actual crisis de extendida desconfianza, resultado de la corrupción frecuente en cuanto a las calificaciones adquiridas mediante soborno, asunto comentado por la siempre acertada Vox populi. Padres, alumnos y maestros, en buena medida, andan sumergidos en una cloaca cuya limpieza exige medidas extremas desde la base, no el secretismo y la centralización como soluciones, finalmente destinadas a tapar el excremento, impedir la extensión del mal olor, pero incapaces de higienizar el ambiente.
Mientras tanto esperamos porque los periodistas estatales cumplan al menos lo proclamado en el último congreso de su organización, la UPEC, supuesto reflejo de las orientaciones del Partido Comunista de Cuba. Bastaría con plasmar en los medios de comunicación tales preceptos para poder decir esta vez Cuba DICE.

Por Mario Hechavarria Driggs, periodista independiente.




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