viernes, 27 de noviembre de 2015

El lento pero persistente desaparecer de Cuba.

Ocurrió en el municipio holguinero de Banes, una familia perdió su vivienda al desaparecer hundida dentro de uno de esos túneles populares, construidos a finales de los años ochenta, cuando nos hicieron creer que ahora sí venían los americanos a bombardearnos. De acuerdo al Buzón del Lector del semanario Trabajadores, la desdichada familia lleva más de un año vagando sin solución definitiva a la pérdida de su hogar.
No se trata de un hecho aislado, Cuba está esfumándose  lentamente, los síntomas son variados, así lo demuestran numerosos sucesos recopilados de la prensa nacional y la propia experiencia del cronista. Si habláramos de edificios colapsados la estadística sería interminable, agregando los que son demolidos antes del inevitable derrumbe, como ocurrió recientemente en la esquina de Prado y Teniente Rey, frente al Capitolio.
Lo llamativo son otras desapariciones, por ejemplo, al paso que van las cosas, en el extremo oriental de Cuba, Baracoa perderá dos de sus singularidades naturales, las bellas Polimitas y los extraños, pero muy necesarios Tibaracones. Así acaba de contarlo el periodista Merencio Cautín en Granma.
De las primeras, consideradas por muchos los caracoles más bellos del planeta, dada la variada y caprichosa policromía de sus pequeñas conchas, precisamente esta característica, unida al afán por “lucharle” dólares a los turistas, presagian el final de las seis especies existentes en el oriente del país, únicas en el mundo.
De entre varios factores que afectan el principal es la colecta indiscriminada con afanes de lucro, se venden sueltas, se fabrican collares, pulsos y otros objetos artesanales afines, inclusive hasta lámparas de diversos tipos.” (Granma, 17 de septiembre de 2015)
La desidia, unida a una evidente confabulación determinada por  la angustia existencial del cubano, determina el siguiente detalle: En dos años se han puesto 3 multas a los infractores.
Antes de abandonar la ciudad primada de Cuba, citemos el caso de los Tibaracones, largos deltas lineales de los ríos en esta región del país. Los casos de mayor gravedad corresponden al Miel y el Camaguaní, corrientes fluviales ligadas a la pequeña villa fundada por el conquistador Diego Velázquez en 1512.
Hace medio siglo las mencionadas barras arenosas albergaban viviendas,  además de proteger de la invasión marina al interior de la ciudad. De acuerdo a datos ofrecidos por el Máster en Ciencias Suárez Bustamante, los ochenta metros de anchura correspondientes al Macaguaní se han reducido a unos seis en la actualidad. Décadas atrás 167 hogares estaban constituidos en los deltas fluviales señalados, hoy apenas trece.
¿Causas del desastre? Otra vez el dólar o su equivalente nacional, el peso convertible, aparecen en escena. Se trata de la extracción indiscriminada de arena para la construcción en una ciudad cuyo exotismo atrae a los turistas, incentivando un boom constructivo sin precedentes por parte de los  particulares.
Tomando el barco o tal vez el avión, nos vamos a la ahora llamada Isla de la Juventud, allí clama por ser respetada la Cueva # 1 de Punta del Este, Monumento Nacional, llamada por el eminente Dr. Fernando Ortiz, La Capilla Sixtina del arte aborigen antillano.
En su interior fueron clasificados unos doscientos pictogramas, dibujados hace dos mil años por los primeros habitantes del archipiélago cubano. De otro reporte, publicado en Havana Times el 27 de febrero del pasado año, citamos: “Las pinturas rupestres muestran notables afectaciones provocadas por el crecimiento de hongos y algas sobre los pigmentos de los dibujos y la presencia de personas irresponsables que alteran las condiciones naturales del lugar.”
Entonces el reportero del citado portal WEB,  Vicente Morín Aguado, entrevistó a la Directora de Patrimonio Cultural en este Municipio, Licenciada en Biología, Marbelis Castillo, cuyas declaraciones conducen nuevamente al “poderoso caballero Don Dinero” de Moliere:
Aunque el paso del huracán Gustav provocó notables afectaciones al entorno arbóreo, sobresalen las continuadas visitas de turistas, inclusive fueron vistos autos a la entrada y dentro de la espaciosa caverna. Permanecen dos guías a tiempo completo, encargados de proteger el lugar, pero ¿Qué puerta no se abre tras la “generosidad” de una propina?
Hoy por hoy modernos grafitis emulan con el asombroso arte abstracto de los indígenas antillanos. Una verja protectora se esfumó, a lo mejor convertida en materia prima para las rejas de esas residencias superprotegidas que albergan turistas.
Pronto nos dejarán como nuevo el inmenso capitolio, a su alrededor, cerca o lejos, Cuba desaparece lentamente.

Por Mario Hechavarria Driggs 


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