Ocurrió en el municipio holguinero de Banes,
una familia perdió su vivienda al desaparecer hundida dentro de uno de esos
túneles populares, construidos a finales de los años ochenta, cuando nos
hicieron creer que ahora sí venían los americanos a bombardearnos. De acuerdo
al Buzón del Lector del semanario Trabajadores, la desdichada familia lleva más
de un año vagando sin solución definitiva a la pérdida de su hogar.
No se trata de un hecho aislado, Cuba está
esfumándose lentamente, los síntomas son
variados, así lo demuestran numerosos sucesos recopilados de la prensa nacional
y la propia experiencia del cronista. Si habláramos de edificios colapsados la
estadística sería interminable, agregando los que son demolidos antes del
inevitable derrumbe, como ocurrió recientemente en la esquina de Prado y
Teniente Rey, frente al Capitolio.
Lo llamativo son otras desapariciones, por
ejemplo, al paso que van las cosas, en el extremo oriental de Cuba, Baracoa
perderá dos de sus singularidades naturales, las bellas Polimitas y los
extraños, pero muy necesarios Tibaracones. Así acaba de contarlo el periodista
Merencio Cautín en Granma.
De las primeras, consideradas por muchos los
caracoles más bellos del planeta, dada la variada y caprichosa policromía de
sus pequeñas conchas, precisamente esta característica, unida al afán por
“lucharle” dólares a los turistas, presagian el final de las seis especies
existentes en el oriente del país, únicas en el mundo.
“De
entre varios factores que afectan el principal es la colecta indiscriminada con
afanes de lucro, se venden sueltas, se fabrican collares, pulsos y otros
objetos artesanales afines, inclusive hasta lámparas de diversos tipos.” (Granma,
17 de septiembre de 2015)
La desidia, unida a una evidente
confabulación determinada por la
angustia existencial del cubano, determina el siguiente detalle: En dos años se
han puesto 3 multas a los infractores.
Antes de abandonar la ciudad primada de Cuba,
citemos el caso de los Tibaracones, largos deltas lineales de los ríos en esta
región del país. Los casos de mayor gravedad corresponden al Miel y el
Camaguaní, corrientes fluviales ligadas a la pequeña villa fundada por el
conquistador Diego Velázquez en 1512.
Hace medio siglo las mencionadas barras
arenosas albergaban viviendas, además de
proteger de la invasión marina al interior de la ciudad. De acuerdo a datos
ofrecidos por el Máster en Ciencias Suárez Bustamante, los ochenta metros de
anchura correspondientes al Macaguaní se han reducido a unos seis en la
actualidad. Décadas atrás 167 hogares estaban constituidos en los deltas
fluviales señalados, hoy apenas trece.
¿Causas del desastre? Otra vez el dólar o su
equivalente nacional, el peso convertible, aparecen en escena. Se trata de la
extracción indiscriminada de arena para la construcción en una ciudad cuyo
exotismo atrae a los turistas, incentivando un boom constructivo sin precedentes
por parte de los particulares.
Tomando el barco o tal vez el avión, nos
vamos a la ahora llamada Isla de la Juventud, allí clama por ser respetada la
Cueva # 1 de Punta del Este, Monumento Nacional, llamada por el eminente Dr.
Fernando Ortiz, La Capilla Sixtina del
arte aborigen antillano.
En su interior fueron clasificados unos
doscientos pictogramas, dibujados hace dos mil años por los primeros habitantes
del archipiélago cubano. De otro reporte, publicado en Havana Times el 27 de
febrero del pasado año, citamos: “Las
pinturas rupestres muestran notables afectaciones provocadas por el crecimiento
de hongos y algas sobre los pigmentos de los dibujos y la presencia de personas
irresponsables que alteran las condiciones naturales del lugar.”
Entonces el reportero del citado portal WEB, Vicente Morín Aguado, entrevistó a la
Directora de Patrimonio Cultural en este Municipio, Licenciada en Biología, Marbelis
Castillo, cuyas declaraciones conducen nuevamente al “poderoso caballero Don Dinero” de Moliere:
Aunque el paso del huracán Gustav provocó
notables afectaciones al entorno arbóreo, sobresalen las continuadas visitas de
turistas, inclusive fueron vistos autos a la entrada y dentro de la espaciosa
caverna. Permanecen dos guías a tiempo completo, encargados de proteger el
lugar, pero ¿Qué puerta no se abre tras la “generosidad” de una propina?
Hoy por hoy modernos grafitis emulan con el
asombroso arte abstracto de los indígenas antillanos. Una verja protectora se
esfumó, a lo mejor convertida en materia prima para las rejas de esas
residencias superprotegidas que albergan turistas.
Pronto nos dejarán como nuevo el inmenso
capitolio, a su alrededor, cerca o lejos, Cuba desaparece lentamente.
Por Mario Hechavarria Driggs
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