El área de concentración estudiantil del Pre
Universitario José Martí de La Habana Vieja, sirve como base de entrenamiento
para decenas de activistas de los llamados “cuerpos de respuesta rápida” ante
actividades llamadas aquí “contrarrevolucionarias”, según pudo apreciarse este
Viernes 26 de Febrero.
Algo más de 50 personas, con pantalones verdes
olivo, respondían a las instrucciones de un profesor de Kárate ataviado con su
indumentaria profesional, gritos acompañantes según el ritual de las artes
marciales, ante la mirada curiosa de los transeúntes.
Un ciudadano junto a su moto Suzuki, símbolo
casi seguro de pertenencia al Ministerio del Interior, comentó sonriente que:
“estamos listos para cualquier emergencia, viene Obama y trae su propio
ejército, pero aquí el pueblo manda, no vamos a perder el control de la
situación.”
Se prevé un aumento significativo de las
actividades opositoras, así como de la represión contra estas acciones, basta
señalar que el 2015 superó las 8600 detenciones en las calles tratándose de los
disidentes y enero del 2016 cerró con otros 1600 arrestos.
Obama es querido en el país, las opiniones
populares hacia el primer presidente de
piel oscura de los Estados Unidos expresan sincera consideración y hasta
euforia, casi mística, hacia el hombre que ha dado pasos nunca antes esperados en cuanto a favorecer a
los cubanos. La gente siente que el asunto está aquí adentro y no allá afuera.
El temor de perder ese acostumbrado apoyo
popular, al menos mostrado durante decenios en las manifestaciones de la era
Fidel, llevó al actual mandatario, Raúl Castro, hasta Santiago, donde la falta
de cosmopolitismo que está presente en La Habana, le otorga mayor favor de la
gente.
El régimen no parece confiar en los habaneros,
la ingenua espontaneidad de los orientales residentes en su territorio carece
de igual respuesta en la capital. Las brigadas, grupos, cuerpos de respuesta
rápida, funcionan con la imagen de acción popular, pero no es cierto, basta un
fragmento de la crónica de Yania Suárez, un domingo de octubre, junto a las
Damas de Blanco:
“No
anduvimos más de cien metros, de cualquier manera: al llegar a la esquina de
3ra y 26 ya nos esperaba un despliegue policial inmenso de guaguas, patrullas,
motos… y una turba vestida de civil que salió por la derecha y se nos unió a
todo galope. Tenían tipo delincuencial. No llegaban allí para gritar consignas,
sino para reprimirnos y arrestarnos con violencia. Dicen que son paramilitares,
policías disfrazados. Obviamente siguen órdenes que vienen de algún lugar y no
es el pueblo: la gente del barrio miraba con curiosidad desde la distancia.”
Paramilitares, policías uniformados o de civil, grupos
entrenados por karatecas profesionales, el gobierno no acepta riesgos ante la
innegable popularidad del presidente norteamericano que nos visitará y organiza
todos los medios humanos posibles para no perder el control de las calles.
La reportera citada escribió meses atrás en Diario de Cuba,
luego de ser arrestada y golpeada por esos supuestos representantes del pueblo
cubano:
Las Damas afirman que no dejarán de hacer lo que hacen, y el
Gobierno, al parecer, tampoco…
Como dijo hace dos mil
años el primero de los césares: “La suerte está echada.”
Por Mario Hechavarria Driggs
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