miércoles, 26 de agosto de 2015

Los cubanos ponen de moda la bandera de los Estados Unidos.

Artículos personales con símbolos norteamericanos, especialmente la emblemática bandera de las barras y las estrellas, ocupan un sitio privilegiado en el vestir cubano.
Décadas atrás semejante postura calificaba como “diversionismo ideológico”, actitud contrarrevolucionaria cuyas consecuencias podían alcanzar  hasta el calabozo.
Mayelín, vendedora por cuenta propia  de la calle Galiano ofrece detalles: “Piden mucho los bikinis, juegos de trusa y ajustador para la playa, están entre 18 y 20 dólares.”
Sin embargo, no se ve el artículo en exhibición, la muchacha aclara: “No es por tener la bandera  de los Estados Unidos, es por la prohibición de vender ropa importada, yo no tengo, pero aquí cerca, en los alrededores, están los ambulantes y es fácil conseguir cualquier cosa.”
Efectivamente, casi siempre estos vendedores callejeros andan con una pieza en la mano, por ejemplo, la muy solicitada gorra de los New York Yankees, de venir el inspector, simplemente es “su gorra, personal”, si hay confianza, entonces dicen, “espérese, voy al clave y vuelvo o mejor, vamos para que escoja.”
El “clave” es un pequeño almacén, muchas veces una entrada de escalera o la casa de alguien de entera confianza, donde están los productos ilegalizados por directrices estatales. La afamada NY cuesta no menos de 10 pesos convertibles-aquí dicen indistintamente dólares-según la calidad o el tamaño porque también los niños cuentan.
Un poco más lejos, calle abajo rumbo al Malecón, un señor exhibía con aparente “despreocupación” un pañuelo que reproducía en proporciones exactas la bandera americana, minutos más tarde, al volver indagando por el precio, el hombre no estaba, sencillamente vendió el producto y tal vez  fue al referido “clave” por otro similar.
En las llamadas TRD, Tiendas Recaudadoras de Divisas, monopolio estatal de este segmento del comercio minorista, atreverse a preguntar es todo un desafío, el dependiente, casi siempre mujeres, miran al inesperado preguntón con una sonrisa entre la ironía y el asombro, sin hablar le trasmiten el mensaje:
“Usted es bobo o tal vez trabaja para la policía económica”, DTI se le llama en Cuba. Sencillamente “tales productos con símbolos del “Imperialismo” no pueden venderse en nuestras tiendas”, contesta finalmente, con seriedad, un Jefe de área de venta en Ultra, uno de los grandes almacenes de La Habana.
Lo otro es irse a la Playa, estamos en el más caluroso de los veranos posibles, la temperatura exterior excita la interior, desde Tarará hasta Guanabo, varios kilómetros de arena sirven como pasarela a las exuberantes cubanas, entonces brillan en todo su esplendor bikinis, pañuelos y licras, abarrotados de estrellas, la imagen del momento, vuelta al número uno de la moda.

Por Mario Hechavarria Driggs. 


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