Artículos
personales con símbolos norteamericanos, especialmente la emblemática bandera
de las barras y las estrellas, ocupan un sitio privilegiado en el vestir cubano.
Décadas
atrás semejante postura calificaba como “diversionismo ideológico”, actitud
contrarrevolucionaria cuyas consecuencias podían alcanzar hasta el calabozo.
Mayelín,
vendedora por cuenta propia de la calle
Galiano ofrece detalles: “Piden mucho los bikinis, juegos de trusa y ajustador
para la playa, están entre 18 y 20 dólares.”
Sin
embargo, no se ve el artículo en exhibición, la muchacha aclara: “No es por
tener la bandera de los Estados Unidos,
es por la prohibición de vender ropa importada, yo no tengo, pero aquí cerca,
en los alrededores, están los ambulantes y es fácil conseguir cualquier cosa.”
Efectivamente,
casi siempre estos vendedores callejeros andan con una pieza en la mano, por
ejemplo, la muy solicitada gorra de los New York Yankees, de venir el
inspector, simplemente es “su gorra, personal”, si hay confianza, entonces
dicen, “espérese, voy al clave y vuelvo o mejor, vamos para que escoja.”
El
“clave” es un pequeño almacén, muchas veces una entrada de escalera o la casa
de alguien de entera confianza, donde están los productos ilegalizados por
directrices estatales. La afamada NY cuesta no menos de 10 pesos
convertibles-aquí dicen indistintamente dólares-según la calidad o el tamaño
porque también los niños cuentan.
Un
poco más lejos, calle abajo rumbo al Malecón, un señor exhibía con aparente
“despreocupación” un pañuelo que reproducía en proporciones exactas la bandera
americana, minutos más tarde, al volver indagando por el precio, el hombre no
estaba, sencillamente vendió el producto y tal vez fue al referido “clave” por otro similar.
En
las llamadas TRD, Tiendas Recaudadoras de Divisas, monopolio estatal de este
segmento del comercio minorista, atreverse a preguntar es todo un desafío, el
dependiente, casi siempre mujeres, miran al inesperado preguntón con una
sonrisa entre la ironía y el asombro, sin hablar le trasmiten el mensaje:
“Usted es bobo o tal
vez trabaja para la policía económica”, DTI se le llama en Cuba. Sencillamente “tales productos con
símbolos del “Imperialismo” no pueden venderse en nuestras tiendas”, contesta
finalmente, con seriedad, un Jefe de área de venta en Ultra, uno de los grandes
almacenes de La Habana.
Lo
otro es irse a la Playa, estamos en el más caluroso de los veranos posibles, la
temperatura exterior excita la interior, desde Tarará hasta Guanabo, varios
kilómetros de arena sirven como pasarela a las exuberantes cubanas, entonces
brillan en todo su esplendor bikinis, pañuelos y licras, abarrotados de
estrellas, la imagen del momento, vuelta al número uno de la moda.
Por Mario Hechavarria Driggs.
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