viernes, 20 de diciembre de 2013

Fin de Año en la Plaza de la Catedral

Al ritmo de 150 pesos convertibles cubanos, equivalentes a igual cantidad de dólares USA, se podrá bailar en la Plaza de la Catedral habanera el próximo 31 de diciembre, esperando el aniversario 55 del triunfo de la Revolución, de acuerdo a una invitación formulada por la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana.

La mencionada institución, dirigida por el Dr. Eusebio Leal Spengler, proclamado ferviente católico y militante del Partido Comunista, ofrecerá una cena de fin de año, incluyendo su espectáculo artístico, con la participación del famoso cuerpo de baile del cabaret Tropicana, además de los salseros Isaac Delgado y Manolín, “El Médico de la Salsa”, ambos considerados hasta hace muy poco tiempo como desertores, ahora causando sensación de regreso a la patria.

Las ofertas comestibles se consideran dentro del más elevado gourmet gastronómico, considerando la cercana presencia de dos restaurantes de lujo como La Bodeguita del Medio y El Patio, con la sacrosanta Catedral Habanera en calidad de telón de fondo, mostrando sus más de doscientos años de arquitectura barroca.

Se aclara que los renombrados 150 CUC corresponden al cubierto de cada comensal, justificando el pago a los artistas y demás veleidades de la noche, incluyendo las 12 uvas emblemáticas de cualquier cena al más rancio estilo burgués, algo que se consideraba para siempre desterrado de Cuba.

Un simple cálculo nos dice que se trata de una cifra equivalente al salario de un año, pagado por el estado cubano a sus trabajadores, equivalencia en pesos cubanos, moneda oficial en la mayor nación caribeña. Por lo tanto esta cena de fin de año no es para la clase trabajadora. Es para los dirigentes del Comité Central y sus empresarios extranjeros.

Mientras unos pocos privilegiados, darán vivas a la Revolución a las 12 de la noche tomando champan Blanc de blanc, 100% chardonnay,  comiéndo mariscos y  filetes con patatas, la mayoría de los cubanos pasaremos el fin de año, friendo  croquetas y tomando vino casero, pidiéndole  a Dios salud y bendición para el año que se avecina.

              Por Mario Hechavarria Driggs, periodista Independiente

viernes, 13 de diciembre de 2013

Sonrisas en Johannesburgo, golpes en La Habana.

Mientras Obama y Raúl ofrecían un espectáculo de cordialidad anhelado por muchos en el mundo, la capital cubana era sacudida con el arresto violento de cientos de opositores que trataron de conmemorar el Día Mundial de los Derechos Humanos.

Hay fotos que revelan la brutalidad policial, inclusive contra mujeres, específicamente Las Damas de Blanco y sus acompañantes. Finalizando el año 2013 de la Era cristiana, asombra semejante grado de represión en Cuba, cuando las actitudes públicas del nuevo gobierno expresan una intención conciliadora, de lenta pero mantenida apertura.

¿Es que el actual liderazgo político no puede controlar a sus instituciones policiales?
Tal parece que se trata de una política doble, tan doble como la moral predominante en la burocracia comunista que se ha hecho dueña del país.

Lo único que explica tamaña incongruencia es el miedo, sin embargo, la paradoja es que este acendrado temor parte de quienes ostentan los atributos de la fuerza, contando con todos los elementos para sentirse cómodos en el poder. Una vez más vale el refrán que dice: Las apariencias engañan.

Es evidente que temen un estallido popular. La táctica es impedir a toda costa la concentración de los opositores en un lugar, por mínima que sea la cantidad de personas reunidas. Ellos, los represores, saben perfectamente que de suceder una vez, muy pronto se convertiría en algo masivo, imposible de contener.

Ejemplo de ello fue el  ensañamiento contra Antonio Rodiles, promotor del Estado de Sats, quien fuera salvajemente golpeado.  Bertha Soler, líder  de Las Damas de Blanco,  su esposo Ángel Moya y Lázaro Fresneda, bajados a la fuerza de un ómnibus en un aparatoso operativo policial. En  la Plaza de la Revolución, Carlos Manuel Figueroa Alvares y Santiago Montes de Oca, fueron  arrestados por  pedir la libertad del norteamericano Alan Gross y de los presos políticos. 

La prensa oficial es cero a la izquierda ante semejantes sucesos, ni siquiera reflejan los “actos de repudio”, supuestamente manifestaciones del pueblo revolucionario y cederista en defensa de la Revolución. Ni ellos mismos se creen sus  mal elaborados guiones teatrales.

La lentitud de la apertura, su parcialidad y los conocidos retrocesos, muestran la excesiva cautela que acompaña al octogenario Jefe de Estado cubano. Aun así, la situación se caracteriza por una acumulación de desmanes, errores y crecientes dificultades que son imposibles de resolver por quiénes hoy gobiernan.

Evidentemente la sostenida represión a los pacíficos opositores cubanos se ha quedado fuera de la historia. La perseverancia va ganando frutos lentamente, unida a la imposibilidad de silenciar los sucesos, dada la naturaleza esencialmente democrática de los modernos medios internacionales de comunicación.

Corresponde desearle a mi pueblo una Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo, ojalá el 2014 venga acompañado del fin de un estado represivo imposible de sostener, cuyas imágenes avergüenzan a millones de personas en el mundo.
 Las ideas de Cristo, Gandhi, Luther King y Nelson Mandela iluminan a los que  exigimos el final de esta pesadilla.


 Por Mario Hechavarria Driggs, periodista Independiente.







viernes, 6 de diciembre de 2013

EL Parque de la Fraternidad Americana.

Como muchos habaneros, visito frecuentemente el Parque de la Fraternidad, amplio espacio natural en el corazón de nuestra capital, junto al Capitolio, frente a la Habana Vieja, Patrimonio de la humanidad.

Últimamente me siento contrariado porque guías turísticos, jardineros y otros funcionarios relacionados diariamente con el parque, han comenzado a denominarlo con el muy intencionado calificativo de Latinoamericano, obviando símbolos presentes en este espacio de La Habana, olvidando también conocidos fragmentos de la historia nacional.

No se trata de algo nuevo, es un asunto recurrente,  impuesto por el gobernante partido comunista, impregnado de la doctrina Latinoamericanismo contra el. Panamericanismo. Dejo a ustedes la acotación y vuelvo a mi parque…

En el centro del enorme jardín que refugia a muchos habaneros, una majestuosa Ceiba permanece rodeada por una alta verja de hierro, coronada con los escudos de 28 repúblicas del Nuevo Mundo, en cuyo orden alfabético no faltan los Estados Unidos de América. Nunca olvido la molestia de un amigo procedente de Wisconsin, a quien intenté mostrarle el sitio exacto para una fotografía, encontrando oculto el símbolo de su país, tapado ex profeso.

Los guías hablan de la Ceiba considerándola el árbol de la fraternidad latinoamericana, recordando que fue plantada en 1928 con las tierras traídas de sitios históricos provenientes de todos los países que forman el llamado Hemisferio Occidental, América en su totalidad, por lo cual acierta el prefijo griego que forma la palabra panamericanismo como símbolo exacto del lugar.

Si andamos el parque, en sus cuatro esquinas mayores podemos admirar los bustos de igual número de próceres ilustres, uno de los cuales es Abraham Lincoln, decimosexto Presidente norteamericano.

Del pasado en un sitial tan significativo, recuerdo que en 1928 se desarrolló en La Habana la VI Conferencia panamericana, ocasión de la visita Cuba de Su Excelencia señor Calvin Coolidge, único mandatario en ejercicio de los Estados Unidos en hacerlo durante la historia nacional. De sus palabras ante los cubanos puedo recordar:

La Divina Providencia ha hecho vecinas nuestras repúblicas, y es imposible suponer que esto fuera con el designio de hacerlas hostiles entre sí, sino con el propósito de revelarnos de tiempo en tiempo los métodos mediante los cuales podemos lograr las ventajas y las bendiciones de amistades durables

No se trata de irle a la contra cuando lógicamente se habla de Latinoamérica, en su histórica condición, es ese desmedido intento, fuera de la historia misma, de oponer los términos, obligándonos a una contradicción ficticia con el panamericanismo, igualmente nacido de nuestra realidad común.

El colmo me alcanzó recientemente, al escuchar en varios espacios radiales y televisivos nacionales la frase Día de la medicina latinoamericana, refiriéndose al 3 de diciembre, natalicio de Carlos Juan Finlay Barrés, ilustre epidemiólogo camagüeyano, descubridor del agente trasmisor de la Fiebre Amarilla, un vector hoy identificado como el mosquito Aedes Aegypti.

Resulta que Finlay estudió medicina en el Jefferson Medical College de Filadelfia, Estados Unidos. Fue en Washington donde por vez primera planteó la hipótesis de un vector trasmisor de enfermedades, genuino aporte a la ciencia universal. Luego de veinte años de escepticismo, su teoría fue probada en Cuba durante la ocupación militar norteamericana, a instancias del gobernador Leonard Wood.

Es mundialmente reconocido que la erradicación de la Fiebre Amarilla se debe a los aportes de este médico cubano, especialmente en su propio país donde ejerció como Jefe del Servicio de sanidad y en Panamá, durante las obras relacionadas con la construcción del Canal interoceánico, tutelada por los norteamericanos y consideradas una de las maravillas de la ingeniería moderna.

Es por eso que, cada tres de diciembre deberíamos celebrar el Día de la Medicina Panamericana y no el Día de la medicina Latinoamericana, como el oficialismo trata de imponer. De paso, abogo por incluir la imagen de Finlay en la galería de nuestras monedas, repletas de militares. Sin restarles méritos, ninguno de nuestros  Generales y Comandantes, hizo tanto por la vida humana como Carlos Juan Finlay Barrés, un auténtico panamericanista.

Somos pues y debemos reiterarlo con orgullo, Latinoamericanos y Panamericanos. Vivimos en el hemisferio occidental, llamado en su conjunto Las Américas o simplemente América, todos unidos por el río de la historia.  ¡Que Dios nos bendiga!

 Por Mario Hechavarria Driggs, periodista Independiente.



miércoles, 4 de diciembre de 2013

Penetran en viviendas, obligados por la necesidad.

Un matrimonio de la capital  portadores del  VIH  rompió  el sello de una vivienda  para instalarse con  sus pequeños. La familia tiene la determinación de no salir del apartamento  ubicado en  la calle Sol # 389,  hasta  que el gobierno municipal responda a sus necesidades.
  ¨Rompimos el sello y nos metimos aquí, porque estamos cansados de las mentiras  del Poder Popular ¨. Declara Yeander Fárres Delgado.  ¨Las viviendas selladas por la muerte del propietario o salida definitiva del país,  las venden o se las dan a los  militantes del Partido Comunista ¨. ¨Ahora que traigan la policía y que nos saquen de aquí.¨ concluyó
Yeander su esposa Maiyenis Ramírez  y  sus dos niños,   perdieron  su casa  en  un derrumbe en el año 2010. Desde esa  fecha  han estado deambulando por toda la Habana, realizando infructuosas  gestiones ante las autoridades.  A pesar de ser portadores del Virus de Inmunodeficiencia Humana Adquirida (VIH), el matrimonio dice  que nunca ha recibido  ayuda del gobierno.

 Ya en esta semana  la familia  recibió la visita del jefe de sector de la policía, el  oficial  les dijo  que debían de abandonar el lugar si no querían verse metidos en problemas.
Yeander le  respondió que desde hace dos años ellos ya estaban metidos en problemas  y que no saldrán del lugar hasta que los atendieran como seres humanos.