Como muchos habaneros, visito frecuentemente el Parque de la Fraternidad , amplio
espacio natural en el corazón de nuestra capital, junto al Capitolio, frente a la Habana Vieja , Patrimonio de la
humanidad.
Últimamente me siento contrariado porque guías turísticos,
jardineros y otros funcionarios relacionados diariamente con el parque, han
comenzado a denominarlo con el muy intencionado calificativo de Latinoamericano,
obviando símbolos presentes en este espacio de La Habana , olvidando también
conocidos fragmentos de la historia nacional.
No se trata de algo nuevo, es un asunto recurrente, impuesto por el gobernante partido comunista,
impregnado de la doctrina Latinoamericanismo contra el. Panamericanismo. Dejo a
ustedes la acotación y vuelvo a mi parque…
En el centro del enorme jardín que refugia a muchos
habaneros, una majestuosa Ceiba permanece rodeada por una alta verja de hierro,
coronada con los escudos de 28 repúblicas del Nuevo Mundo, en cuyo orden
alfabético no faltan los Estados Unidos de América. Nunca olvido la molestia de
un amigo procedente de Wisconsin, a quien intenté mostrarle el sitio exacto
para una fotografía, encontrando oculto el símbolo de su país, tapado ex
profeso.
Los guías hablan de la Ceiba considerándola el árbol de la fraternidad
latinoamericana, recordando que fue plantada en 1928 con las tierras traídas de
sitios históricos provenientes de todos los países que forman el llamado
Hemisferio Occidental, América en su totalidad, por lo cual acierta el prefijo
griego que forma la palabra panamericanismo como símbolo exacto del lugar.
Si andamos el parque, en sus cuatro esquinas mayores podemos
admirar los bustos de igual número de próceres ilustres, uno de los cuales es
Abraham Lincoln, decimosexto Presidente norteamericano.
Del pasado en un sitial tan significativo, recuerdo que en
1928 se desarrolló en La Habana
la VI Conferencia panamericana, ocasión de la visita Cuba de Su Excelencia
señor Calvin Coolidge, único mandatario en ejercicio de los Estados Unidos en
hacerlo durante la historia nacional. De sus palabras ante los cubanos puedo
recordar:
No se
trata de irle a la contra cuando lógicamente se habla de Latinoamérica, en su
histórica condición, es ese desmedido intento, fuera de la historia misma, de
oponer los términos, obligándonos a una contradicción ficticia con el
panamericanismo, igualmente nacido de nuestra realidad común.
El
colmo me alcanzó recientemente, al escuchar en varios espacios radiales y televisivos
nacionales la frase Día de la medicina latinoamericana, refiriéndose al 3 de
diciembre, natalicio de Carlos Juan Finlay Barrés, ilustre epidemiólogo
camagüeyano, descubridor del agente trasmisor de la Fiebre Amarilla ,
un vector hoy identificado como el mosquito Aedes Aegypti.
Resulta
que Finlay estudió medicina en el Jefferson Medical College de Filadelfia,
Estados Unidos. Fue en Washington donde por vez primera planteó la hipótesis de
un vector trasmisor de enfermedades, genuino aporte a la ciencia universal.
Luego de veinte años de escepticismo, su teoría fue probada en Cuba durante la
ocupación militar norteamericana, a instancias del gobernador Leonard Wood.
Es mundialmente
reconocido que la erradicación de la Fiebre Amarilla se debe a los aportes de este
médico cubano, especialmente en su propio país donde ejerció como Jefe del
Servicio de sanidad y en Panamá, durante las obras relacionadas con la
construcción del Canal interoceánico, tutelada por los norteamericanos y
consideradas una de las maravillas de la ingeniería moderna.
Es
por eso que, cada tres de diciembre deberíamos celebrar el Día de la Medicina Panamericana y
no el Día de la medicina Latinoamericana, como el oficialismo trata de imponer.
De paso, abogo por incluir la imagen de Finlay en la galería de nuestras
monedas, repletas de militares. Sin restarles méritos, ninguno de nuestros Generales y Comandantes, hizo tanto por la
vida humana como Carlos Juan Finlay Barrés, un auténtico panamericanista.
Somos
pues y debemos reiterarlo con orgullo, Latinoamericanos y Panamericanos.
Vivimos en el hemisferio occidental, llamado en su conjunto Las Américas o
simplemente América, todos unidos por el río de la historia. ¡Que Dios nos bendiga!
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