La
llamada primera vuelta en la venta normada de la papa, bajo control
estatal, ha concluido en la capital cubana. Pasados cuatro días este
lunes 27 de febrero, los mercados cerraron temprano, agotadas las
existencias del producto en tanto la población, si bien apoya la
decisión de establecer una cuota por persona, se queja de la mala
calidad del tubérculo.
En
ningún momento desaparecieron las colas frente a los mercados
agropecuarios estatales (MAE), seleccionados para la
comercialización, inclusive hubo consumidores que renunciaron a
comprar al comprobar el tamaño de la vianda:
“¿Papas?
Si eso es lo que nos toca vamos a terminar comprándolas a sobre
precio en la calle”, comenta
un hombre cuyo núcleo familiar cuenta de 3 personas—12 libras en
total—, correspondiente a la bodega 631 del barrio Los Sitios:
“Esperé
al cuarto día porque no soporto las colas—nos
dice y sigue hablando—, era
como para rechazarlas pero ya estaban anotadas en la libreta, aquí
es siempre lo mismo, lo tomas o lo dejas.”
En
la mañana, el administrador del MAE ubicado en Manrique, entre Reina
y Salud, advirtió a los presentes de la mala calidad de las papas,
tan pequeñas que parecían ciruelas, sin embargo, los que llegaron
antes o después de su breve intervención pública fueron
sorprendidos cuando el hecho estaba consumado, es decir, la anotación
en su libreta antes de ver y comprar.
Respondiendo
a una queja, “El Coronel”, así le llaman, explica: “El estado
me acepta hasta 200 libras de merma por mala calidad, tengo más de
600 en el almacén y, ¿quién paga la diferencia?”, concluye el
citado responsable de la comercialización de la vianda más
consumida en el mundo.
La
conclusión es sencilla, pagaron los consumidores al llevarse a sus
casas cientos de libras de supuestas papas que un vendedor ambulante,
experto en la materia, clasificó como “Papas para semillas”.
Coincidente,
Luis Carlos Góngora Hernández, vicepresidente del gobierno
habanero, con la ambigüedad típica de la burocracia socialista,
abordó el asunto en el periódico provincial Tribuna de La Habana:
“La papa que se comercializa hasta inicios de marzo es la obtenida
a partir de la semilla nacional, que reúne los parámetros de
calidad requeridos, pero es de tamaño menor.”
¿Habría
que ver las papas que el citado “dirigente” llevó a su casa y
compararlas con las vendidas al consumidor de la bodega 631, quien
ofreció la opción de fotografiar sus doce libras, de las cuales
apenas salvó 4, ligeramente comestibles:
La
foto publicada por el semanario capitalino no difiere mucho de la
aquí mostrada en cuanto al tamaño de los tubérculos.
Así
y todo el centro-occidente del país es privilegiado con este regalo
del comunismo porque al comenzar las ventas el pasado viernes,
Yosvani Pupo Otero, funcionario del Ministerio de Comercio Interior a
nivel central, aclaró que “La región oriental, desde Camagüey,
no se beneficiará de esta venta controlada ante la falta de
transporte especializado para el traslado del producto.”
Según
estadísticas oficiales se trata de unos 4 millones 750 mil cubanos—
6 provincias—que no comerán papa por decisión gubernamental.
Como
siempre, florecerá el mercado negro porque al decir de muchos, entre
ellos el joven fotografiado mientras rellenada con gas su fosforera:
“Si
las quieres buenas, cómpralas al triple de precio en la calle, darás
3 pesos por libra pero serán las grandes, que ellos—dependientes y
administrativos—escogieron de los sacos acabaditos de llegar.”
Queda
el asunto de la insólita exportación familiar hacia las provincias
que no fueron premiadas con la distribución, La Habana es ciudad de
inmigrantes, muchos residentes tratarán de enviar papas a sus
familias, lo que significa saltar nuevos obstáculos impuestos por
las autoridades a tales remesas en especie, consecuencia de las
caprichosas decisiones del autoritarismo vigente.
Recordando
un viejo refrán español, pues ¡Que viva la Pepa, digo, la papa
socialista!
Por Mario Hechavarria Driggs