miércoles, 11 de enero de 2017

Lo que cuesta ir al médico en Cuba.

El entrevistado se nombra  Malvino Maldonado Iglesias, excepto su desafortunado nombre, se trata de un testimonio múltiple rigurosamente cierto, ocurrido en la mañana del  pasado 5 de Diciembre  del presente 2016.
“Mi experiencia con hospitales y policlínicas es larga, en lo personal  la mala suerte comenzó cuando caí del andamio pintando mi casa. Me fracturé la Tibia y el Peroné, pierna derecha. De entrada tres meses inmovilizado con yeso desde el pie hasta la ingle.”
 ¿En Cuba la salud es gratis, nada te cobraron por las consultas, la ambulancia, los tratamientos?
“Hasta cierto punto es así,  pero la verdad es otra, el accidente fue al caer la tarde, llegué al hospital ortopédico Fructuoso Rodríguez casi a las doce de la noche. Ni taxi ni ambulancia, finalmente capturamos  un "cinco cinco”, —taxis así llamados por los seis números repetidos del teléfono  habilitado por la empresa—, que nos llevó por cinco CUC que ofreció mi hermano Andrés.”
 ¿Qué sucedió después?
“Ando sacando cuentas y el cinco me persigue, aunque hay números mayores. Cerca de la una de esa madrugada, enyesado, debíamos regresar a casa, con remisión al siguiente día para otro hospital donde determinarían si habría operación.”
 ¿Ambulancia?
“Aparecieron algunas, pero la remisión del médico parecía no importarles a los choferes, terminamos transando por otros “cinco”, igual a dólares, entonces  la familia completa volvió conmigo, yo en camilla, bien atendido.”
 ¿Cobrar  a pacientes en apuros es normal?
“Es común, recuerdo la fase terminal  de la demencia senil que padeció mi papá. Una mañana en el hospital Freyre de Andrade, antiguo  "Emergencias", el médico de guardia, llamado Ignacio Linares , recomienda regresar al padre a casa porque nada efectivo podía hacer por él.  Necesitaba la radiografía de sus pulmones para cerrar la historia clínica.”
 ¿Le cobraron el servicio?
“No directamente,  pero faltaba la camilla para trasladar al viejo hasta el salón de rayos X, angustiado, localizo una en la entrada de urgencias, estaba prohibido formalmente moverla de allí, sin embargo, la inevitable propina de 1 CUC determinó que el enfermero de la sala llamado “Molina”, asistido por mí, usara la camilla.”
 Lamentablemente tu padre falleció, volvemos a tus posteriores avatares. Malvino interrumpe:
“Lo mismo sucedió conmigo en el Calixto García un sábado de carnavales en La Habana. Nunca olvido al joven camillero que me ayudó cuando bajé del carro. Ni siquiera querían hacerme la radiografía de la pierna porque según la muchacha del salón—estaban solo para gravedades—, el muchacho colocó las tablillas como todo un experto. No me abandonó hasta montarme en el auto de vuelta. Bien ganado su dinero esta vez.”
 ¿Más de lo mismo?
“Al cabo del tiempo vienen las fisioterapias, eran 50 pesos cubanos (CUP)  ó dos CUC al cambio por el ida y regreso al gimnasio médico, donde practiqué ejercicios junto a tratamientos de electricidad. Terminé contratando informalmente a una fisioterapeuta por mil pesos, recibiendo atención en casa. Ahorré 500, me quité la espera en la policlínica, las meriendas ocasionales al personal de salud y otros gastos menores.”
 ¿Feliz a pesar de todo?
“El primer diagnóstico resultó cierto en cuanto a la fractura, obvió rupturas en los ligamentos alrededor de la rodilla. Eso lo supe más tarde cuando una amistad me consiguió otra consulta. Nuevos regalos que suman pesos y más pesos, basta con una merienda de jamón, queso, pan y refresco, para gastarse una pequeña fortuna.”
 ¿Algún recuerdo especial, digamos, la tapa al pomo?
“Sucedió el año pasado, nada tiene que ver con la salud de las personas, pero conociendo yo los hospitales, mi vecina Carmen Patricia, viene a verme asustada porque su perrito fue arrollado. El veterinario exigía la radiografía, la cual  se pudo realizar en el  hospital “Emergencias”, no digo el nombre del técnico porque Carmen Patricia pagó 10 CUC, fue un acuerdo fuera de las reglas.”
 ¿Cómo resolvieron el problema?
“Escondieron al animalito en una jaba grande. La muchacha salió disparada hacia la clínica de los perros con la placa.”
 ¿Enseñanzas?
“Estoy a la espera de una operación para enderezar mi pierna derecha. Ando sumando cifras,  mejor sería un salario decente, así decidiría yo mismo, no la miseria de 500 pesos de salario mensual—CUP— y vérmelas con tantos gastos que acompañan a esta medicina gratuita.”

Por Mario Hechavarria Driggs

Orientales en La Habana contra el chantaje de la libre circulación.

María del Carmen Acosta estudió defectología, no encontró empleo medianamente remunerado en su Holguín natal y se arriesgó viajando hasta la proclamada “capital de todos los cubanos”:
“Me ficharon, supuestamente por jinetera, solamente porque entre muchas prohibiciones, no puedes tener un novio extranjero, menos aún si vienes de provincias y eres ilegal en la ciudad. Estaba tratando de conseguir la residencia, vivir aquí  es igual a ser emigrante en otro país.”
La muchacha no clasifica dentro de las típicas mestizas orientales, es rubia, alta, ojos verdes. El título universitario nada le vale ante los policías:
“Hace tres semanas me montaron en el tren, éramos casi 200 entre mujeres, hombres y niños, cada cual devuelto a su provincia, expulsados de la capital porque necesitas un documento de identidad que confirme residencia en La Habana.”
No se trata de un viaje excepcional, los ferrocarriles regresan anualmente a miles de emigrantes “indocumentados”  hacia sus lugares de origen. Varios vagones se repletan de tales víctimas de un entramado legal incomprensible y contradictorio.
 Muchos de los expulsados viajan con el estigma de las llamadas “actas de advertencia”, un documento que de acumularse en expediente, significa futura prisión por el llamado “peligro”, figura delictiva de factura cubana cuya justificación es considerar a una persona propensa a delinquir sin haberle probado el delito  por el cual termina privado de su libertad.
No es un caso aislado el de las jineteras, como lo prueba un reciente ataque de inspectores estatales contra los llamados carretilleros, vendedores ambulantes de vegetales frescos:
“No puedo protestar contra la injusticia de esta multa de 1500 pesos—cuenta Calixto Mendieta—estoy ilegal en la ciudad, ellos—las autoridades—, se aprovechan del tema y nos chantajean. Te niegan el domicilio y así mismo la licencia. Esto no es Cuba al menos para nosotros.”
Luis Sánchez, vecino de la calle Condesa en Centro Habana,  pone el dedo en la llaga: “están violando la libertad de circulación por el territorio nacional, derecho universal, de paso es un arma represiva ante la justa causa de mucha gente sin empleo en sus provincias, que vienen aquí buscando mejor vida.”
De hecho el llamado parlamento cubano, Asamblea Nacional designada por el Partido Comunista, no ha ratificado el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
El artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (París, 10 de diciembre de 1948), base programática de los posteriores convenios auspiciados por las Naciones Unidas reafirma que: “Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.”
El hermano de Calixto, carretillero también, lleva 12 años en la ciudad, cosa natural, se casó con una habanera, pero ni siquiera está unión confirmada le es suficiente, la llamada legalidad socialista entra en el colmo de la contradicción:
“En más de una ocasión vinieron inspectores a reclamarme ilegal en casa de mi mujer. El matrimonio no me da derecho a la residencia. Dicen que tal vez nos juntamos por conveniencia, ¡vaya falta de respeto!”.
La paradoja, flagrante contradicción, es que el acto del matrimonio civil incorpora la lectura de fragmentos del Código de Familia, donde se regula la obligación de los cónyuges respecto a vivir juntos y apoyarse mutuamente en el nuevo hogar del cual son ambos igualmente responsables.
Luchadores como pocos, los orientales, extranjeros en parte de la patria que deben defender en toda su integridad, no se resignan ante la arbitrariedad. María del Carmen así lo ratifica:
 “Estoy de nuevo aquí, allá en Holguín no vale la pena buscar empleo, menos ahora con el precedente de jinetera. Haré el dinero, pagaré lo que sea pero terminaré de habanera.”
Los llamados Joven Club de Computación, iniciativa del fallecido Comandante  en Jefe Fidel Castro, patrocinan la enciclopedia cubana digital conocida por las siglas ECURED. Buscando sobre derechos humanos en la citada plataforma digital comunista podemos leer:
“Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. “