miércoles, 11 de enero de 2017

Orientales en La Habana contra el chantaje de la libre circulación.

María del Carmen Acosta estudió defectología, no encontró empleo medianamente remunerado en su Holguín natal y se arriesgó viajando hasta la proclamada “capital de todos los cubanos”:
“Me ficharon, supuestamente por jinetera, solamente porque entre muchas prohibiciones, no puedes tener un novio extranjero, menos aún si vienes de provincias y eres ilegal en la ciudad. Estaba tratando de conseguir la residencia, vivir aquí  es igual a ser emigrante en otro país.”
La muchacha no clasifica dentro de las típicas mestizas orientales, es rubia, alta, ojos verdes. El título universitario nada le vale ante los policías:
“Hace tres semanas me montaron en el tren, éramos casi 200 entre mujeres, hombres y niños, cada cual devuelto a su provincia, expulsados de la capital porque necesitas un documento de identidad que confirme residencia en La Habana.”
No se trata de un viaje excepcional, los ferrocarriles regresan anualmente a miles de emigrantes “indocumentados”  hacia sus lugares de origen. Varios vagones se repletan de tales víctimas de un entramado legal incomprensible y contradictorio.
 Muchos de los expulsados viajan con el estigma de las llamadas “actas de advertencia”, un documento que de acumularse en expediente, significa futura prisión por el llamado “peligro”, figura delictiva de factura cubana cuya justificación es considerar a una persona propensa a delinquir sin haberle probado el delito  por el cual termina privado de su libertad.
No es un caso aislado el de las jineteras, como lo prueba un reciente ataque de inspectores estatales contra los llamados carretilleros, vendedores ambulantes de vegetales frescos:
“No puedo protestar contra la injusticia de esta multa de 1500 pesos—cuenta Calixto Mendieta—estoy ilegal en la ciudad, ellos—las autoridades—, se aprovechan del tema y nos chantajean. Te niegan el domicilio y así mismo la licencia. Esto no es Cuba al menos para nosotros.”
Luis Sánchez, vecino de la calle Condesa en Centro Habana,  pone el dedo en la llaga: “están violando la libertad de circulación por el territorio nacional, derecho universal, de paso es un arma represiva ante la justa causa de mucha gente sin empleo en sus provincias, que vienen aquí buscando mejor vida.”
De hecho el llamado parlamento cubano, Asamblea Nacional designada por el Partido Comunista, no ha ratificado el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
El artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (París, 10 de diciembre de 1948), base programática de los posteriores convenios auspiciados por las Naciones Unidas reafirma que: “Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.”
El hermano de Calixto, carretillero también, lleva 12 años en la ciudad, cosa natural, se casó con una habanera, pero ni siquiera está unión confirmada le es suficiente, la llamada legalidad socialista entra en el colmo de la contradicción:
“En más de una ocasión vinieron inspectores a reclamarme ilegal en casa de mi mujer. El matrimonio no me da derecho a la residencia. Dicen que tal vez nos juntamos por conveniencia, ¡vaya falta de respeto!”.
La paradoja, flagrante contradicción, es que el acto del matrimonio civil incorpora la lectura de fragmentos del Código de Familia, donde se regula la obligación de los cónyuges respecto a vivir juntos y apoyarse mutuamente en el nuevo hogar del cual son ambos igualmente responsables.
Luchadores como pocos, los orientales, extranjeros en parte de la patria que deben defender en toda su integridad, no se resignan ante la arbitrariedad. María del Carmen así lo ratifica:
 “Estoy de nuevo aquí, allá en Holguín no vale la pena buscar empleo, menos ahora con el precedente de jinetera. Haré el dinero, pagaré lo que sea pero terminaré de habanera.”
Los llamados Joven Club de Computación, iniciativa del fallecido Comandante  en Jefe Fidel Castro, patrocinan la enciclopedia cubana digital conocida por las siglas ECURED. Buscando sobre derechos humanos en la citada plataforma digital comunista podemos leer:
“Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. “




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