miércoles, 31 de julio de 2013

Los periodistas cubanos, seguirán esperando la voz del amo.

Terminó el muy comentado Noveno Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC). A juzgar por las informaciones tomadas desde su propia prensa, directamente controlada por el Partido Comunista de Cuba, muy poco de nuevo podemos esperar dentro del universo informativo oficial en el país.

Si no hay una agradable sorpresa en los próximos días, seguirán los informadores bajo la dirección del “Colectivo Técnico de su selección nacional”, el Departamento Ideológico del PCC (DI), el cual continuará, como buen Manager, aportando las señas desde el Dogaut. Hasta ahora ha sido así y así continuarán las cosas.

Remito a mis lectores al exhaustivo análisis sobre la prensa cubana, aportado en el último número de la revista católica cubana Espacio Laical. La sección habitual “Dossier”, reunió a importantes personalidades ligadas al quehacer informativo, bajo el título “Propuestas para una refundación de la prensa cubana.” Selecciono algunas sentencias en extremo elocuentes como diagnóstico del problema, con la referencia del opinante:

“Lamentablemente nuestra prensa se sostiene sobre el monopolio de la información y la impunidad que esa situación le confiere.” (Esteban Morales)

“…pende como una amenaza el criterio de que la prensa soviética, sin control, colaboró en la caída de aquel socialismo que, a pesar de sus aciertos, según sabemos, tenia muy poco que ver con Marx y Lenin.” (Luis Sexto), quien agrega en torno a la burocracia y sus temores: “…El temor de esas estructuras a la prensa es pragmático: la prensa descubre, la prensa denuncia y hace públicos errores y erratas.”

“La prensa cubana quedó como detenida en el tiempo. En clave política es como si para ella los últimos veinte años no hubieran transcurrido.” (Jorge Gómez Barata)

“La prensa cubana no cree que existen múltiples verdades, cree en una sola verdad” (Justo Planas), quien sigue diciendo: “…el periodismo cubano pertenece a la Tercera  Edad y va dirigido a la senectud…porque su manera de acercarse el público, sus intereses noticiosos y su uso del idioma no se ajusta a nuestros tiempos, al ciudadano de hoy.”

“Necesitamos una prensa que nos evite las sorpresas desagradables y quedarnos anonadados (que es algo así como caer de ano en el agua cuando nos sorprende algo que debimos haber sabido) y el deslumbramiento ante los falsos valores.” (Aurelio Alonso), otro de cuyos criterios es: “Una nueva prensa debiera romper el vínculo estructural que la ata a ser administrada solo por el aparato ideológico del Partido Comunista de Cuba.”

Detengo una enumeración que puede alargarse y pregunto, ¿ofreció el finalizado cónclave de la UPEC expectativas de cambio en torno a los problemas relacionados? La respuesta es NO. Se dice que el Presidente Raúl Castro envió un mensaje muy aplaudido. No es primera vez que escuchamos sus posturas críticas, muy realistas, con la salvedad de que a veces se quedan en el discurso.

Al valorar los nuevos dirigentes de esta organización gremial, conocemos de antemano la tónica imperante en Moltó, Arleen y Aixia, -cito tres nombres significativos- como para imaginarnos que para nada cambiarán los conceptos por ellos esgrimidos hasta el día de hoy.

 Leyendo los reportes de Granma sobre la clausura del Congreso, dé entre muchos párrafos sin contenido concreto, finalmente puede entresacarse el reclamo del periodista Oscar Sánchez Sierra, dicho por lo demás en términos muy generales: “Requerimos construir nuestra propia agenda mediática; de no esperar a que venga de arriba o de la mediación externa. Nos autoexigimos dejar el papel de unidades ejecutantes, por el de pensantes además.”

Un informador de elevada profesionalidad, afincado en nuestra realidad desde hace muchos años, Fernando Rasverg, también aporta ideas al debate cubano, con la ventaja de ver la serie nacional desde las gradas. Copio de su artículo “Cuba: la prensa en la prensa”, publicado por Espacio Laical: “Salvo en situaciones de emergencia, la prensa nacional no juega un papel informativo sino propagandístico. Nadie ha beneficiado tanto a la prensa del exilio como ese mecanismo de camisa de fuerza que frena a los periodistas a la hora de informar a tiempo sobre hechos políticamente espinosos. Los directores de los medios esperan la seña desde arriba cada vez que hay un tema delicado.”

Sin un cuestionamiento directo a los múltiples problemas planteados, verdades harto conocidas, comentadas en los parques y en los hogares por la mayoría de la población, nada de real impacto ha de esperarse luego de finalizado el Noveno Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba.

Reitero que El Gran Hermano sigue ahí, omnipresente y omnipotente. Los columnistas de mi país continuarán mirando hacia el banco de su equipo, esperando, al igual que los peloteros, la última seña antes de accionar la pelota en los instantes definitorios del juego.


Mario Hechavarria Driggs, periodista Independiente.







                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                               

Aquí sólo Los Aldeanos se manifiestan.

“Nación de reos que no descansa, aferrados acá a una esperanza, marchando con hambre en la plaza, porque es voluntario pero si no vas ¡tú sabes!, si protestas ¡tú sabes!...”


El mundo, y la prensa oficial cubana en especial, está inundado de protestas: “Ocupa Wall Street” en Estados Unidos; “Los Indignados” en España; ahora mismo airadas protestas en Brasil. Sin embargo, en Cuba parece que no existen motivos para protestar.

No se trata de convocar a la gente a una manifestación inútil, fuera de lugar, ante cualquier cotidiana inconformidad, pero de seguro abundan los motivos si de expresar indignación se trata, cuando tantas cosas andas mal, afectando masivamente a la población.

Como bien dicen los ilustres raperos cubanos, nos secuestraron el valor, agrego, hundiéndonos en la desidia. Basta con la música bailable, ojo, la no censurada, el ron y los chistes. Prostitución del carácter que nos coloca en un círculo vicioso.

 Protestas y protestones hay, debería decirlo en femenino, considerando una honrosa excepción a las Damas de Blanco sobrevivientes entre nosotros, firmes en su  actitud aún después del indulto otorgado a más de cien presos de conciencia. Lo malo es que la mayoría se fue, abandonó la lucha ante la invitación a vivir entre las comodidades del Primer Mundo.

No se trata, como tal vez exageran algunos, de los golpes físicos, de las mangueras chorreando agua a presión en las calles o de policía con escudos y balas de goma. Nada de lo anterior caracteriza a Cuba. Lo esencial es el ostracismo en casa propia, una modalidad muy especial de mi socialismo.

Con un diseño económico donde el estado es monopolizador de los puestos de trabajo, todos los servicios y demás opciones dadas a sus ciudadanos, declararse opositor es como aislarse definitivamente del entramado político-social, incluyendo la posibilidad de ejercer cualquier profesión o tal vez ejercerla, pero en franca situación discriminatoria.

En el barrio serás vigilado para siempre, como si fueras un delincuente y tal vez hasta por los propios delincuentes, que de paso ganan así alguna aceptación ante las autoridades, paliando sus reales delitos comunes. De paso, los vecinos te tratarán a la distancia, temerosos de ser clasificados como amigo o solidario con un disidente político.

Si intentaras permiso para reunirte, realizar alguna actividad pública, por sencilla y pacífica que fuera, la respuesta será un NO, junto a una irónica sonrisa. El funcionario encargado de negarte la solicitud, pensará internamente: el tipo se volvió loco, se quemó.
Por eso no paro mientes ante las críticas, filosóficas mayormente, contra Las Damas de Blanco, los pequeños grupos opositores sobrevivientes, la bloguera Yoani Sánchez o Los Aldeanos. Siempre habrá algo que decirles en contra mientras ellos desafían la cruda realidad.

El miedo es la otra cara del asunto. En los últimos tiempos se han abierto espacios a la libre expresión, cada día es más difícil para las autoridades encerrar a un opinante pacífico. Con la apertura al trabajo por cuenta propia, extendido hasta ahora a medio millón de personas, el monopolio estatal va cediendo ante los imperativos de la crisis económica.

Mucha gente está cansada de tanta muela en la prensa oficial, busca información alternativa y la comenta, sin embargo, todavía te abren los ojos cuando haces un comentario crítico en un parque. Siempre vendrá un conocido, con ánimos de aconsejarte, advirtiéndote que tal o cual persona escucha, que puede ser un informante, que te van a desaparecer.

El asunto funciona como la costumbre, se reitera sin analizar los cambios evidentes en la Cuba de hoy. Es hora de ponerle un final al miedo y comenzar a expresarse libremente. Ni siquiera las leyes de este socialismo impiden esto.

Por eso admiro tanto a Los Aldeanos, inclusive sin considerar si el Rap es música de mi agrado o no. Nadie en mi país, públicamente y ante cientos de personas, ha dicho hasta hoy las verdades que ellos dicen, con claridad, directamente, sin rodeos.

En este archipiélago mayor de Las Antillas hay muchos motivos de indignación y, a juzgar por las voces calladas, las conversaciones a media voz, mirando hacia los lados por si viene alguien, sobran los indignados. Por esta razón me creo el decir cadencioso de este Rap:

“A veces sueño que hay millones de Aldeanos, no tan sólo dos, a veces sueño que el mundo entero escucha mi voz, y a veces sueño que todo el mundo sueña como yo.”



Mario Hechavarria Driggs, periodista Independiente.




miércoles, 24 de julio de 2013

El uso de la Fuerza y la Demostración de Fuerza.

La primera vez que escuché hablar de la diferencia entre el uso de la fuerza y demostración de fuerza, fué durante el caso del niño Elián González en el año 1997. Actuaba un equipo especializado del FBI, que con impresionante profesionalidad sacó al niño de la casa de sus parientes en Miami.
El alegato fue hecho por la entonces Fiscal General de los Estados Unidos, Janet Reno, quien mostró fotos de la acción, demostrando que los agentes federales actuaron conforme a la ley y algo más, no hicieron uso de la fuerza, solo una demostración de ella.
Efectivamente apareció un agente ataviado de tales medios de combate que bien parecía un soldado de la Guerra de las Galaxias, sin embargo, las fotos eran elocuentes: El dedo no estaba sobre el gatillo de su arma, si no más allá, acariciando el arco protector, o sea, no había orden de disparar, únicamente de intimidar.
Volvamos a la Cuba de hoy, sentémonos en un parque, usted puede estar leyendo el periódico o conversando, de pronto un uniformado del Destacamento Avispas Negras de la Policía, se le acerca acompañado de un perro policía (sin bozal) y con estudiada cortesía le pide sus documentos.
No hay trazas de delito, ni siquiera sospechas, pero están chequeándolo con el apoyo de una fiera bien entrenada que no deja de observarlo, mostrando sus colmillos. ¿Estamos ante el uso de la fuerza o una demostración de fuerza?
Sin argumentos, nadie conoce de razones, simplemente: muéstreme sus documentos y acompáñeme al carro patrullero. Cerca de allí deambulan otros policías sin canes acompañantes….Cualquier acción puede ser un delito en la capital de todos los cubanos.
 Después de realizar el control operativo, el Avispa Negra te entrega el carnet de identidad con una orden: “Retírese de aquí si no quiere tener problemas”. Entonces  el  perro policía comienza a  ladrar con ganas de morderte, para que no lo pienses dos veces.
A propósito, recuerdo una anécdota del juego arte, ciencia y lucha que es el Ajedrez .Dos famosos contendientes se enfrentaban en la final de un torneo, uno fumaba puros habanos y el otro detestaba, hasta la alergia el humo del tabaco.
El fumador coloco un grueso Habano junto al tablero, encima de la mesa, inmediatamente su contrincante llamando al árbitro reclamó: Está prohibido fumar durante el partido. El juez, primero tímido, respondió: No está fumando, pero el ajedrecista continuó; ahora no lo hace, pero amenaza con hacerlo y usted sabe muy bien, que la amenaza es peor que la ejecución.
En el caso del Ajedrez, el final fue feliz, pues retiraron el tabaco de la mesa. En mi situación, no encuentro juez   que me ayude a salir de los perros policías y sus Avispas Negras uniformadas.

Que tristes es vivir bajo una Demostración de Fuerza.

viernes, 19 de julio de 2013

El Gran Vigilante sigue ahí, aún no es la hora para el periodismo oficialista cubano.

Después de leer las extensas columnas de Granma, dedicadas al recién finalizado Noveno Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), la conclusión es que la prensa cubana, atada al Partido Comunista, seguirá entre el estancamiento y la degradación, presentes desde hace décadas en los medios de comunicación del país.

Hablando de la salud de nuestra prensa, el reportero en ejercicio Justo Planas la ha caracterizado como “de la tercera edad, dirigida a la senectud y desajustada ante las inquietudes del ciudadano de hoy.”

Mientras los columnistas de los medios estatales escriben para nuestros abuelos, surge y se desarrolla un periodismo alternativo, aprovechando la imparable apertura democrática que representan las nuevas tecnologías de la comunicación.

La porfiada persecución a las llamadas “Antenas” ha cedido ante la imposibilidad de eliminar tantas alternativas para alcanzar la sintonía de las televisoras extranjeras. Los celulares alcanzan a dos millones de usuarios; finalmente Internet se abre tímida, pero irreversible a los cubanos.

Yoani Sánchez representa la incapacidad de parar la libre expresión, loable esfuerzo personal, precedida y acompañada por otros muchos reporteros independientes. Sin embargo, confiados en su monopolio sobre los medios de difusión de alcance masivo en el país, los funcionarios del Departamento Ideológico del Partido Comunista (DI), consideran que para el periodismo en Cuba no ha llegado la hora de los cambios.

Leer los resúmenes de Granma en torno al finalizado congreso de la UPEC es constatar la reiteración de consignas generales, abstractas, lejos de esa cotidianeidad que, repiten, es necesario revelar. Escasean las expresiones concretas. El columnista de Granma Alberto Alvariño se limita a reconocer “insuficiencias e insatisfacciones”, considerando además que un mal tan criticado como el negarse a dar información por parte de los burócratas, debe alcanzar la precisión de “secretismo infundado”.

Estamos ante la fiel interpretación del DI, ese Gran Vigilante dirigido desde hace décadas por Rolando Alfonso Borges como Zar de la prensa nacional. Fueron los funcionarios del citado Departamento Ideológico quiénes dirigieron los pasos previos a la asamblea mayor de los informadores cubanos, incluyendo su cónclave final.

De los resultados basta citar que en la dirección de la nueva UPEC tenemos entre otros a Moltó, Arleen y Aixia, estas dos últimas, figuras permanentes en la aburrida Mesa Redonda de la televisión cubana, extendida a Telesur de Venezuela. No es de esperar que las citadas estrellas del periodismo comunista cambien de parecer, inaugurando un nuevo decir en los medios de comunicación de la nación.

Continuará el secuestro de la noticia siempre que se trate de un asunto espinoso, con la obligada espera de una señal desde arriba por parte de los directores de los medios y sus periodistas. Será el DI quien determinará entonces qué se dice, cuando y cómo. No olvidemos que los señores del mencionado Team quitan y ponen a los dirigentes del sector, recomendando además la carrera de cualquier profesional aspirante a escalar posiciones en el escalafón nacional.

Al leer las múltiples justificaciones patrioteras ante el justo reclamo por cambiar un periodismo en crisis, saltan a la vista, primero la autocensura, cuyo supuesto objetivo es no dar argumentos al poderoso vecino del norte, monopolista mediático y permanente agresor a nuestro país. Lo segundo es el temor a una Glasnost, considerada como una de las causas del colapso socialista en la URSS.

El asunto real es que la burocracia, anclada en sus privilegios, acostumbrada al fácil ejercicio de decir NO, teme a la democracia informativa como el Diablo a la Cruz. Los señores del Departamento Ideológico eliminan el disenso porque quieren conservar la “tranquilidad” en que viven desde hace largos años, pero es bueno recordarles que de tal forma están empeñando el porvenir de la Patria.

Mario Hechavarria Driggs, periodista Independiente


Cuba y Corea del Norte, entre brasas, jugando a los escondidos.

De las  noticias de última hora, nada nuevo hasta que los inspectores enviados a Panamá ofrezcan su dictamen. Podemos hacernos algunas preguntas e intentar responderlas, despejando el asunto de su matiz novelesco, para acercarnos a la cruda realidad.

¿Tiene Cuba en la actualidad acuerdos político militares con alguna de las grandes potencias enemigas o mejor dicho, no directamente vinculadas a Estados Unidos? La respuesta es NO.

Por  lo menos en los últimos veinticinco años nuestro país no ha recibido armamento de gran impacto ofensivo o defensivo. Lo último que se recuerda fue un lote de 12 MIG-29, enviados en tiempos de Gorbachov, quien cumplía acuerdos anteriores a su mandato.

De ahí en adelante se impuso la obligatoriedad de pagar los suministros, algo imposible para el país, por lo demás envuelto en un complicado litigio con Rusia en torno a la abultada deuda con esa nación, heredera de los compromisos hechos por la desaparecida Unión Soviética.

Conclusión primera: El gobierno cubano dice la verdad, otra cosa no puede decir, al menos cuando declara sobre la calidad, origen y otros datos de las armas detectadas en el barco norcoreano cuando cruzaba el canal de Panamá.

¿Por qué esconder el alijo de 240 toneladas, si al parecer se trata de un arsenal relativamente pequeño y fuera de servicio? Evidentemente porque era transportado en un mercante de la Corea comunista. Ya se conoce como andan las cosas entre Washington y Pyongyang.

La pregunta clave es, ¿Cuál es la razón de tan arriesgado acuerdo entre Cuba y Corea del Norte? Las autoridades de La Habana conocen bien los peligros que surgirían al hacerlo, ¿Por qué lo hicieron? No creo sinceramente que las reparaciones previstas sean un aporte decisivo a la capacidad defensiva del país antillano.

Entonces nos queda pensar en motivaciones políticas con una fachada militar de bajo impacto. Los dos países tienen una larga amistad desde los tiempos de Kim Il Sung, relación que desean refrendar ante las narices de su proclamado enemigo eterno, Los Estados Unidos.

No nos es dable un análisis de precios, pero tal vez el lote azucarero pagaría las reparaciones militares, aportando una ayuda extra a un país en franca crisis alimentaria. Quizás fue un gesto de los norcoreanos ante la oferta cubana en materia de un producto energético de gran valor como lo es el Azúcar.

Ahora nos queda el espectáculo mediático. Vendrán inspectores, declaraciones diplomáticas, amenazas y advertencias. No sabemos si finalmente las armas serán devueltas junto con el azúcar, rumbo a su destino final.
Lo cierto es que los empecinados hijos de la generación KIM cuentan con misiles de alcance medio, centenares de aviones de combate y ojivas atómicas. Para nada precisan de viejos cacharros soviéticos.
A pesar de esta realidad, Corea del Norte continua impertérrita, sin abandonar su programa nuclear, inclusive le avisa a Washington cuando decide realizar un nuevo experimento.

De última hora, llegan a Cuba los Pastores por la Paz, luego de un largo periplo por tierras canadienses y norteamericanas. También Cuba y su vecino del Norte prosiguen las habituales conversaciones migratorias.

La sangre no llegará a río.

Acabo de exponerles la cruda realidad, lamento mucho decepcionar a los amantes de las telenovelas. No tengo especial afición por el género.





El Gran Teatro Payret

El Gran Teatro Payret ubicado en la  esquina de Prado y San José en la Habana Vieja se encuentra en  malas condiciones  fruto del maltrato de los visitantes y  el  desinterés del gobierno en  reparar  esta joya de la cultura nacional. Considerado en su momento uno de los más bellos y mejores teatros de las América, hoy el Payret parece el  reflejo de una sociedad que se desploma.
El  techo tiene tantas filtraciones  que cuando llueve el agua entra por todos lados. De las mil ochocientas butacas, más de la mitad están destruidas, los servicios sanitarios tupidos y con salideros. El equipo de aire acondicionado roto desde el año 1994, la sala se ventila abriendo las puertas laterales.
Construido en el año 1877 por voluntad  del catalán Joaquín Payret, rico empresario de la Cuba colonial, paso de manos hasta convertirse en  sede de la vida política y cultural de la nación cubana.
Los sótanos  del teatro Payret sirvieron de refugio para revolucionarios y arsenal de armas en la  lucha contra la dictadura del General  Geraldo Machado. En el año 1925 quedó constituida en esta sala la Federación Médica de Cuba, allí ofrecieron conferencias y discursos importantes figuras de la política y la cultura; Fernando Ortiz, Enrique José Varona y Rafael Montoro.
Artistas de fama internacional actuaron en esta sala: Libertad Lamarque, Pedro Vargas, Rita Montaner, Luisa Martínez Casado, Rosita Fornes y la Compañía de Ballet Ruso de la gran bailarina Anna Pavlova, entre otros.
En este cine hay obras de la famosa artista cubana Rita Longa como las nueve Musas de las Artes Grecorromanas y la escultura ¨La Ilusión¨, basado en un sueño de la escultora.
En  el año 1959 la capital tenía alrededor de un millón de habitantes y contaba con 134 salas de cine, en la actualidad tiene una población de dos millones y solamente quedan en funcionamiento 9 cines, la mayoría en condiciones semejantes al Payret.


miércoles, 17 de julio de 2013

Musulmanes cubanos cumplen con el Ramadán

Musulmanes cubanos y extranjeros se reúnen  en instalaciones del  Acuario Nacional para cumplir con el mes del Ramadán. Esta actividad es sostenida económicamente por las embajadas de países islámicos en Cuba, principalmente  Turquía.
El  reino de Arabia Saudita contribuye con la distribución del Noble Corán y de otros libros religiosos de forma gratuita .  ¨Dialogo entre musulmán y  Cristiano¨ habla de la conversión de un  cristiano al islam. Este libro es utilizado para lograr conversiones al Islam.
En el mes del Ramadán se debe hacer ayuno completo desde la salida del Sol hasta la puesta. Es deber de todo musulmán adulto saludable, sea hombre o mujer. La mujer debe de estar fuera de la menstruación y puerperio, no debe ayunar el enfermo mental ni los ancianos débiles, los menores de edad no están obligados, aunque se les pide a los padres que los inicien en esta práctica para que se acostumbren.
El ayuno se debe romper después de la puesta del Sol, el creyente puede comer, beber y tener relaciones sexuales después que se rompa el ayuno hasta la salida del Alba. El calendario Islámico es lunar, los meses comienzan cuando es visible el primer cuarto creciente después de la Luna Nueva.
Aunque en  Cuba no hay mezquitas solo salas de oración, esta religión  sostiene  un   rápido  crecimiento  especialmente en las provincias del oriente del país . Algunos  avizoran a la nación cubana como país Islámico, la llaman  ¨Cubanistán¨.




La Ciudad de las Columnas está invadida por los vagabundos.

Alejo Carpentier caracterizó a La Habana como la ciudad de las columnas, clara alusión a las inmensas columnatas que bordean las calles principales de la una buena parte de nuestra capital allende los antiguos muros de la Habana española.

Las columnas sostienen amplios portales de altos puntales, facilitando el paso de los transeúntes, además de protegerlos contra los frecuentes aguaceros, junto al sol ardiente
del trópico, elementos permanentes en Cuba a través de todo el año.

Ahora resulta que esos soportales están parcialmente ocupados por numerosas personas, cuya imagen depauperada salta a la vista, mostrando al público cualquier cantidad de baratijas, sin orden ni concierto. Se trata de artículos muchas veces sacados de los basureros, otros regalados por los vecinos antes de botarlos, junto a ciertos orígenes difíciles de explicar.

Los improvisados puntos de venta ocupan espacios al tránsito de las personas, generando molestias adicionales cuando están junto a las puertas de los establecimientos públicos o privados, así como de las casas familiares. Continuamente pelean entre si, afean el entorno con sus trastos en venta, amenazando a las personas que por alguna razón les requieren.

Para los guardias resulta un tanto embarazoso proceder contra tales personajes. Una buena parte consumen alcohol o drogas mientras intentan vender sus bagatelas. Visten harapos y algunos padecen de retraso mental. Además, parte de la población muestra conmiseración ante el intento de reprimirlos, considerando que son un lastre social cuyo origen es responsabilidad  del proyecto social donde viven.

Cada cierto tiempo la policía hace redadas, trasladando a esta pobre gente hacia el pabellón ¨La Colonia¨ ubicada en el Hospital Psiquiátrico de La Habana, antiguo ¨Mazorra¨ y en otros centros asistenciales. Finalmente regresan al lugar de origen. Su vida real terminó hace tiempo, no hay proyectos, sólo frustraciones. Quebraron, adelantándose al fracaso del socialismo en su país.

Recorriendo Centro Habana, municipio contiguo a La Habana Vieja, con unos doscientos mil habitantes, pude contar decenas de sitios ocupados por los vagabundos, agregándose algunos parques a los ya citados soportales.

Indagar sobre el pasado laboral de estos indigentes es interesante:

Silverio, ex atleta del equipo nacional de levantamiento de pesas es ahora vendedor ambulante de Ron casero, conocido como Chispaetren y adicto a los psicofármacos.

Carmen fue Jefe de Obras en una empresa de materiales de la construcción, ella  es adicta a la Coca, vende lo que encuentra para comprarla en las calles a  10 cuc el gramo.

Urbano fue un alto oficial del Ejército excombatiente de la guerra de Angola, hundido en el alcohol pide limosnas por las calles para alimentar su vicio, la familia no quiere saber de él.

  La lista es larga y diversa. Basta un análisis caso a caso para corroborarla. Estas personas pasaron a la depauperación durante los últimos años de una etapa histórica llamada aquí Período Especial. Anteriormente tal fenómeno no era visible en nuestra ciudad.

¿Qué pudo sucederle a seres humanos trabajadores, responsables, llenos de vida, para terminar de tal manera su existencia?

Cuando de golpe y porrazo se nos vino encima el fin de un mundo soñado, sustituido por otro real, con valores diferentes, no todos, una buena parte de la sociedad diría yo, fue capaz de adaptarse. Nuestros vagabundos son víctimas, representan a los inadaptados ante la difícil situación de hoy.

Les prometieron la felicidad a cambio de la fidelidad. Ellos cumplieron, pero finalmente aparecieron tiendas repletas de artículos brillantes que no pueden comprarse con lealtad, sólo con dólares. No todos tienen familiares en el exterior capaces de enviar ayuda, menos aún si tu divisa fue la absoluta fidelidad a la Revolución.

Al paso del tiempo fue peor. Se habla de empresas privadas, el país se abre lentamente al capitalismo. Los infelices que suscribieron el antiguo socialismo como sentido de sus vidas, están recibiendo ahora el injusto pago de sus pueriles sueños.

Ahora resulta que debemos eliminar gratuidades indebidas, reducir al máximo los subsidios, estimular a la gente con vistas a ejercer su propia iniciativa laboral. Yo suscribo ciento por ciento estas ideas, lástima que nos dejó como saldo inicial una oleada de vagabundos que debió tener mejor suerte y mayor consideración en el momento actual.

Mario Hechavarria Driggs, periodista Independiente 



La diplomacia de “los pequeños pasos” por parte de la Iglesia católica cubana.

Hay una declaración definitoria de la Iglesia católica cubana que deseo recordar, fue hecha por su vocero oficial, Orlando Márquez, Director de Palabra Nueva, revista de la Arquidiócesis de La Habana, cuyo obispo es el Cardenal Jaime Ortega Alamino: “No puede haber alianza entre la Iglesia y el gobierno, tampoco entre la Iglesia y quienes se oponen al gobierno.”

Los líderes católicos cubanos definen así su total independencia, para ejercer la misión dada por Jesús en Los Evangelios. Semejante postura molesta a muchos, sobre todo en el exterior, donde desearían un enfrentamiento Iglesia Vs. Gobierno, considerando el supuesto poder atribuido a la institución eclesial, como se sabe, de proyección universal.

Lo cierto es que la oposición política interior es débil en Cuba, fraccionada y algo peor aún, sus conexiones con el exilio están enrarecidas, debido a la falta de un liderazgo dentro y fuera del país. No contamos con un consenso político opositor en el país; ni siquiera en Estados Unidos, donde existen todas las facilidades para vertebrar una organización unificada de los exiliados, esta organización existe.

Sobre el tema, es definitoria la posición del Prelado Ortega, quien ha dicho que “la Iglesia católica no puede ser el partido opositor inexistente hoy en Cuba”. Creo que son sabias sus palabras. De intentar serlo, los seguidores del credo de San Pedro, quedarían automáticamente fuera de la ley.

Algunos pudieran argumentar, bueno, así es, debemos desafiar las reglas impuestas por los comunistas. Estoy de acuerdo, pero agrego, ¿Quiénes debemos hacerlo? ¿Los Obispos y sacerdotes o los creyentes en su conjunto? Las preguntas anteriores apuntan hacia una interrogante mayor, ¿Cuál es el poder real de la Iglesia en nuestro país?

Si se trata de una Iglesia dominguera diría yo, de Bautizos y rezos por los difuntos, sin comprometimiento efectivo de los laicos en torno al mundo que les rodea, acerca de su propia profesión de fe, entonces el poder real resulta mucho menor del que suponen algunos analistas, evaluando erróneamente los dos milenios de la Roma cristiana o el carisma de los Papas.

Como se sabe, la población no es mayormente católica en la actualidad, aunque por tradición respeta el cristianismo, le reza a la Virgen de la Caridad del Cobre y deposita sus flores en los templos. Los Curas pueden ser más incisivos en sus homilías, eso lo creo, contando a la vez con fieles capaces de comprometerse ante la difícil realidad de estos tiempos.

La estrategia del Cardenal Ortega se ha basado en la llamada “Diplomacia de los pequeños pasos”. No poco ha conseguido, es justo hacer una breve enumeración:
- Se terminó la construcción del Seminario Mayor, primer edificio de educación católica construido en la época revolucionaria.
- Surgieron centros de educación no dependientes del gobierno, bajo los auspicios de la Iglesia.
- Se mantienen desde hace dos décadas publicaciones propias de libre circulación, únicas aceptadas en Cuba fuera de la supervisión del Partido Comunista.
- Los cubanos recuperaron las fiestas de navidad, con el día feriado, agregándose últimamente el Viernes Santo.
- Fue impresionante la procesión nacional de la Virgen de la Caridad del Cobre, que hiciera exclamar al Cardenal Ortega, ¡Vivimos una primavera de Fe!
- La Iglesia actuó por ver primera como interlocutor efectivo entre el gobierno y los presos políticos, alcanzado la liberación de casi la totalidad de ellos.
- Los católicos crearon su propia red de asistencia social, incluyendo los hospitales y abriendo guarderías infantiles administradas independientemente.
- Dos visitas papales en menos de quince años, reafirmando la evangelización a la vez que afianzan la acción del clero dentro del país.

Puedo afirmar que hoy la Iglesia Católica cubana está en su mejor momento desde los años sesenta, cuando la persecución y el ateísmo militante los replegó a sus templos, casi totalmente aislados de la sociedad.

Coincido con el plan de los pasos graduales, que para nada impiden una comunicación efectiva de nuestros sacerdotes con el pueblo. Lo anterior significa abordar las contradicciones de la sociedad actual. Contamos ahora con una buena proporción de Curas nacionales, pronto habrá más, por lo cual es justo pedirles esa palabra dicha entre cubanos, tan necesaria, sin por ello perder en lo más mínimo el apego a la doctrina. Si alguna agresividad es permitida, esa debe ser la provocación del momento.

En cuanto a quiénes le piden a la Iglesia católica cubana lo que no puede ser, no queda otro recurso que ignorarlos y seguir adelante. Siempre habrá pataletas de malcriados. El propio Arzobispo de La Habana se refirió una vez a su primera visita a Miami, cuando un Obispo de la ciudad le advirtió no pronunciar allí la palabra reconciliación. 

¿Por qué no hacerlo? Repite Su eminencia Ortega, si reconciliación es una de las esencias del cristianismo. La respuesta la ofrece el propio prelado: “Hay una especie de herida histórica que hace que esto no se pueda aceptar. Ello engendra esa opinión así, tremenda, pero esas heridas no provinieron de la Iglesia, la Iglesia las sufrió también con otros.”

El gobierno de Raúl Castro asume el gradualismo como conducta ante la impostergable transición que ocurre en Cuba, nuestros líderes católicos deben orientar una marcha al compás de esa peculiar situación política. El real comprometimiento religioso de los laicos creyentes, junto a su expresión en sociedad, representan el auténtico poder de nuestra Iglesia.

Mario Hechavarria Driggs, periodista Independiente.