La
primera vez que escuché hablar de la diferencia entre el uso de la fuerza y demostración
de fuerza, fué durante el caso del niño Elián González en el año 1997. Actuaba
un equipo especializado del FBI, que con impresionante profesionalidad sacó al
niño de la casa de sus parientes en Miami.
El
alegato fue hecho por la entonces Fiscal General de los Estados Unidos, Janet
Reno, quien mostró fotos de la acción, demostrando que los agentes federales
actuaron conforme a la ley y algo más, no hicieron uso de la fuerza, solo una demostración
de ella.
Efectivamente
apareció un agente ataviado de tales medios de combate que bien parecía un
soldado de la Guerra de las Galaxias, sin embargo, las fotos eran elocuentes:
El dedo no estaba sobre el gatillo de su arma, si no más allá, acariciando el
arco protector, o sea, no había orden de disparar, únicamente de intimidar.
Volvamos
a la Cuba de hoy, sentémonos en un parque, usted puede estar leyendo el
periódico o conversando, de pronto un uniformado del Destacamento Avispas
Negras de la Policía, se le acerca acompañado de un perro policía (sin bozal) y
con estudiada cortesía le pide sus documentos.
No
hay trazas de delito, ni siquiera sospechas, pero están chequeándolo con el
apoyo de una fiera bien entrenada que no deja de observarlo, mostrando sus
colmillos. ¿Estamos ante el uso de la fuerza o una demostración de fuerza?
Sin
argumentos, nadie conoce de razones, simplemente: muéstreme sus documentos y acompáñeme
al carro patrullero. Cerca de allí deambulan otros policías sin canes
acompañantes….Cualquier acción puede ser un delito en la capital de todos los
cubanos.
Después de realizar el control operativo, el
Avispa Negra te entrega el carnet de identidad con una orden: “Retírese de aquí
si no quiere tener problemas”. Entonces el perro policía comienza a ladrar con ganas de morderte, para que no lo
pienses dos veces.
A
propósito, recuerdo una anécdota del juego arte, ciencia y lucha que es el Ajedrez
.Dos famosos contendientes se enfrentaban en la final de un torneo, uno fumaba
puros habanos y el otro detestaba, hasta la alergia el humo del tabaco.
El
fumador coloco un grueso Habano junto al tablero, encima de la mesa,
inmediatamente su contrincante llamando al árbitro reclamó: Está prohibido
fumar durante el partido. El juez, primero tímido, respondió: No está fumando,
pero el ajedrecista continuó; ahora no lo hace, pero amenaza con hacerlo y
usted sabe muy bien, que la amenaza es peor que la ejecución.
En
el caso del Ajedrez, el final fue feliz, pues retiraron el tabaco de la mesa. En
mi situación, no encuentro juez que me ayude a salir de los perros policías y
sus Avispas Negras uniformadas.
Que
tristes es vivir bajo una Demostración de Fuerza.
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