Los
cigarrillos fuertes andan perdidos en La
Habana, vendiéndose a la noche hasta al doble de su precio oficial. Se trata de
la última manifestación palpable del desastre económico, caracterizado por la sucesión de
micro crisis localizadas, temporales, pero repetidas, capaces de mantener a la
población en permanente tensión.
Una
inspección directa realizada a cinco establecimientos de Centro Habana al caer
la tarde de ayer, demostró que no habían cigarrillos fuertes en venta a la
población, Criollos es la marca más popular del país, ofertada normalmente a 7
pesos moneda nacional por cajetilla de 20 unidades.
De
igual manera se comprobó la desaparición del comercio minorista de los famosos
H’Upman, también de producción nacional pero comercializados en divisas,
clasificados como “fuertes” por los fumadores. Otras clases similares aparecen
y desaparecen de vez en cuando, lo que hace difícil determinar su presencia en
el mercado diariamente.
Algunos
establecimientos tenían en venta los “suaves” o “rubios”, cuya identificación
comercial es Aromas, en tanto tal vez era posible adquirir algún remanente del
“fuerte” nombrado Titanes, generalmente
despreciado por los clientes al estar manchados, húmedos y hasta
aplastados debido al prolongado almacenamiento por el largo tiempo sin ser
vendidos.
Desde
hace unos días, cada mañana es posible detectar a oportunistas comerciantes
comprando las “ruedas” de Criollos,
paquetes de a diez cajetillas, conociendo la evidencia de su agotamiento
posterior, para revenderlas a la noche al dedillo con un precio evaluado hasta
el doble del legal.
La
nueva crisis forma parte de una cadena interminable de micro crisis
localizables, típicas del comercio minorista nacional y en general de los
servicios, siempre afectando áreas sensibles de la vida diaria, por ejemplo, la
transportación de pasajeros, las telecomunicaciones o simplemente el tomarse
una refrescante cerveza en medio del calor tropical.
Los
autobuses colectivos han reducido a la mitad su parque original, importando de
China, al carecer de los repuestos básicos, cuyo contrato de reposición fue
olvidado por los funcionarios adjuntos al ministro de turno en el ramo,
ocasionando ahora la congestión de los flamantes Yutongs, cuya entrada en la
Isla fue vista como el fin de nuestras desgracias, al menos en tan
significativa esfera de la economía.
Debemos
agregar el renacer de los apagones, cortes del fluido eléctrico, generalmente
fuera de las zonas turísticas o de los barrios residenciales, donde vive la
élite que controla el poder en Cuba.
Es
interesante remarcar la frecuencia creciente de estas crisis parciales, luego
“resueltas” en apariencia para volver a surgir más tarde, provocando una
sensación de agobio en la población, sin por el momento alcanzar la condición
de una crisis generalizada.
Acostumbrada
a un largo ejercicio de sobrevivencia, la clase gobernante apela a su monopolio
sobre la economía y los medios de difusión, consiguiendo soluciones parciales y
explicaciones paliativas ante la infinidad de problemas definitivamente
insolubles que hoy caracterizan la vida socio económica del país.
Mario Hechavarria Driggs, periodista independiente.
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