miércoles, 12 de febrero de 2014

El furibundo ataque a los contenedores de basura.

Según datos de la prensa oficial cubana, pasan de dos mil los contenedores de basura que desaparecieron el pasado año en la capital, con un centrado liderazgo en cuanto a las pérdidas, el municipio Habana Vieja, famoso por sus atracciones turísticas.

La muy nombrada “Old Town” de los turistas, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, además de sus muchos museos y monumentos, exhibe por doquier los restos de los depósitos plásticos robados noche a noche, basta con mirar las ruedas de cualquier carrito manipulado por un vendedor ambulante, proceden directamente de los receptáculos que protagonizan este artículo.

El auge de las ventas por cuenta propia es un fenómeno nacional, magnificado en la capital cubana dado sus más de dos millones de habitantes, además de cifras importantes de turistas. Se trata del principal mercado de la nación. La pregunta es ¿Por qué la cogieron con los contenedores de basura?

Muy sencillo, son de plástico y tienen ruedas. Las ruedas sirven para fabricar carretillas de diferentes tipos, destinadas a transportar materias primas o mercancías, asunto primordial si de los habaneros se trata, pero especialmente sensible en la Habana Vieja, cuyas calles estrechas, además de las diversas prohibiciones al tránsito de vehículos, hacen de estos improvisados carricoches artículos imprescindibles.

De paso, el plástico, como se conoce, es reciclable, sirviendo de materia prima a otros cuentapropistas, fabricantes de artículos tales como mangueras, tuberías destinadas a la construcción, juguetes,cubos y hasta chancletas por sólo citar cinco de entre los muchos destinos finales de este material.

Hay que sumar la competencia en los precios porque tales productos pueden venderse ventajosamente frente a parecidos ofertados en las tiendas recaudadoras de divisas, TRD o Shoopings, como se les conoce en Cuba. La gente pobre, aunque se trate de un par de chancletas un tanto toscas, sin son baratas, las compran antes que irse a una tienda cuyos precios emulan con los de cualquier comercio similar en los Estados Unidos.

Realmente la pérdida de los contenedores de basura crea serios problemas a la higiene ambiental en La Habana, las autoridades, incluidos Inspectores Estatales y la Policía, están en jaque ante la imparable acción de los depredadores. Cuba es hoy un hervidero de insatisfacciones, ante la menor acción represiva por un hecho normalmente calificado como vandálico, aparecen respuestas iracundas, inclusive violentas, por parte de los infractores:

Vender es la única opción que nos queda, inventar algo, vivir de lo que hacemos. No hay donde comprar las rueditas con precios asequibles y tenemos que luchar. Los guardias- la Policía- se fijan en nosotros y hacen de la vista gorda ante otras muchas ilegalidades. Nos dejaron sin trabajo, hay muchos jubilados con una paga que no les da ni para los cigarros. Mejor en la cárcel que conformarme con los 200 pesos del gobierno.

Finalmente las autoridades se nutren igualmente de cubanos, gente que tiene familia y vive situaciones similares. No es fácil cerrar los ojos y reprimir a mansalva.
Cada día hay más atrevimiento por parte de la ciudadanía. Semanas atrás decenas de holguineros, trabajadores por cuenta propia, chocaron con la policía al manifestarse contra la acción de los Inspectores Estatales. En otras partes del país, incluida La capital, se dieron manifestaciones parecidas, originadas por las más diversas causas.

No estamos ante un hecho casual, tampoco frente al asunto particular de los contenedores de basura. La furia de la población va creciendo en la misma medida que pasa el tiempo y puede desencadenarse a partir del más sencillo de los asuntos.

El indetenible ataque a estos necesarios depósitos plásticos con ruedas es una premonición.



 Por Mario Hechavarria Driggs, periodista Independiente




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