miércoles, 2 de julio de 2014

Terminal aérea # 3, un proyecto anti cubano.

La terminal # 3 del aeropuerto internacional José Martí de La Habana mantiene desde hace meses la exclusividad de sus salones a los pasajeros, con las puertas cerradas a familiares y amigos, habituales acompañantes del recibimiento o la despedida de un viajero.
De visita en el lugar, bajo amenaza de un torrencial aguacero típico de nuestro verano tropical, para los miles de visitantes a la espera, quedó como único refugio el alero del primer piso, sin  asientos donde acomodarse,  esperando ansiosos la llegada de los vuelos.
Un parqueo aledaño ofrece algunos bancos, diseminados al aire libre dentro de un área extensa, casi siempre poblada de automóviles. Ni siquiera una carpa protege a las miles de personas allí congregadas. Dos contenedores sirven de baños públicos, en uno de los extremos del largo techo que bordea al edificio.
Los servicios gastronómicos están severamente restringidos, limitados a un vehículo con arrastre, donde pueden adquirirse refrescos, algún bocadito y a veces café, luego de una larga espera porque es la única oferta, servida por un solitario dependiente.
Los precios de la escasa oferta alcanzan cifras astronómicas. Un pan con jamón y queso, cotizado en La Habana en no más de 50 centavos convertibles, vale en la Terminal  # 3 uno ochenta de esta moneda, equivalente a dólares norteamericanos. Tomarse una cerveza implica sobornar a los custodios de la instalación, para adquirirla cruzando las puertas cerradas al público.
Ante cada una de estas entradas nos advierten en inglés y español que el aeropuerto está reparándose, ofreciendo disculpas por las molestias causadas. Un año atrás era lo mismo. Los cubanos temen que la exclusividad de la instalación para los pasajeros, pasará de transitoria a permanente.
Desde Varadero, meses atrás, una ciudadana publicó en la prensa su queja por similar situación, cuando la terminal aérea de este polo turístico fue declarada totalmente remozada desde el 2011. En Cuba es habitual comenzar informando a la población de una medida evidentemente impopular, diciendo  que es una decisión provisional, inclusive experimental, para finalmente quedar como eterna.
Para los cubanos viajar al exterior es una auténtica carrera con obstáculos, esta situación crea una especial sensibilidad entre los viajeros nacionales, sus familiares y amigos, cuando llega el instante de la despedida o el recibimiento. El actual diseño de los servicios en nuestras terminales vuelos internacionales está dirigido a restringir la presencia de la población en el lugar. Es en la práctica un proyecto anti cubano.


por Mario Hechavarria Driggs, periodista independiente

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