La profanación de tumbas en el cementerio Judío ubicado en
el municipio capitalino de Guanabacoa,
ha causado conmoción en la comunidad hebrea y espanto en los vecinos del lugar.
El hecho presuntamente ocurrido en la madrugada
del pasado domingo 6 de Octubre, fue descubierto por personas que acudieron al camposanto a visitar a sus seres queridos. Para su sorpresa, se encontraron cinco tumbas
abiertas y los huesos esparcidos por el
suelo.
La policía llegó en la tarde, alegando que la demora se debió a la falta de
combustible en sus coches. Las
autoridades pidieron a las
familias que revisaran si faltaba algún
cadáver en los depósitos. Una mujer
visiblemente afectada dijo que a
su esposo enterrado hace cinco
años, le faltaba la cabeza.
El robo de cadáveres ya es algo
común en nuestra sociedad, personas sin escrúpulo cometen el delito para comercializarlo en el mundo de la brujería. Entre los restos
humanos más cotizados se encuentran los de un judío, un chino o un religioso. Se utilizan las manos, la cabeza y los pies para trabajos
espirituales de gran envergadura.
La necrópolis Cristóbal Colón,
el mayor de los cementerios de la
capital, ha reforzado su guardia de seguridad ante el incremento de
profanaciones de tumbas y el robo de
mármol de Carrara de los panteones. Este
cementerio terminó de construirse en el año 1886. La tumba más visitada es la
de Amelia Goire de la Hoz, una dama de la alta sociedad, que ahora se le conoce
como ¨La Milagrosa¨. Titulo ganado por
resolver casos de infertilidad . Y también para trámites de vivienda. Simplemente no le des la
espalda cuando termines de rezarle, dicen los fieles.
El Cementerio Colón, es
considerado por los especialistas, como el segundo de importancia en el mundo,
precedido solamente por el de Staglieno en Génova, Italia.
El
Panteón de la Orden del Carmelo
ubicado en Colón, está casi vacío, ya no quedan monjas enterradas, la mayoría han sido robadas. Las hermanas del
Carmelo de origen español prefieren que
las entierren en su país de origen.
A pesar de la vigilancia de los
cuerpos de protección, dirigidos y entrenados por el Ministerio de Interior, el
comercio de cadáveres en los camposantos
de nuestra capital, no parece tener
fin. La ciudadanía ha optado por la incineración, para de esta forma evitar que su pariente, termine como prenda de adivinación
en el caldero de un brujo.
Por Mario Hechavarria Driggs,
periodista Independiente.
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