A favor del actual
gobernante Raúl Castro está el llevar la retórica antinorteamericana a un plano
mucho más bajo que su hermano y predecesor, aún así, a voz callada, los
brasileños, principales inversores en el Mega puerto del Mariel, apuestan por
una pragmática inglesa respecto a Cuba, pues realmente el gran negocio de los
contenedores se fríe en una sartén cuyo mango manejan los norteamericanos.
Los analistas coinciden
en la geografía excepcional de una isla antaño llamada con razón “la llave del
golfo”, considerando que no hay otro puerto del Caribe capaz de competir con
este del occidente cubano, frente a las costas del mayor mercado del planeta.
Sin embargo, no olvidar
una máxima reconocida hasta por José Martí: el
que paga manda. A 90 millas están los compradores, ligados a nosotros por
esa geografía excepcional que se alude como factor de triunfo tratándose de un
puerto capaz de trasbordar contenedores desde barcos postpanamax hacia
cargueros menores, destinados finalmente a la costa occidental del gran vecino
norteño.
Con unos mil millones
de dólares brasileños, ofreciendo Cuba su mano de obra barata en calidad de
incentivo mayor, El Mariel bien podría competir con otras opciones pues se
adelanta al próximo año, cuando el nuevo canal de Panamá reciba buques porta
contenedores tres veces superiores en su capacidad de carga a los que
actualmente cruzan la vía ínter oceánica.
La pregunta es si los
Estados Unidos desean o no invertir en
crear otros puertos capaces de competir con el cubano. Aunque el de la mayor
isla antillana resulta tal vez el mejor en todos los sentidos, dependerá
siempre de la benevolencia de Washington si finalmente puede operar
eficazmente. Está sobrado que desde el norte siempre habrán alternativas ante la impronta del Mariel.
Pero debemos recordar
circunstancias especiales donde el capital suele olvidarse de los pobres, los
derechos humanos y la palabra libertad, apostando por el dinero fácil. La Unión
Europea abandonó de hecho su postura de fuerte rechazo a la sistemática
violación de los derechos humanos en Cuba, regularizando sus relaciones
comerciales con el archipiélago antillano.
Aunque desde Washington
la respuesta es hasta ahora más firme, caben las dudas, pues hay claras
tendencias a facilitar los negocios con la dictadura, considerando los
beneficios: no hay sindicatos opositores y tampoco huelgas posibles; mano de
obra barata a la par de obediente, agradeciendo las migajas adicionales que se
ofrecerán excepcionalmente, cero competencia; en fin, negocio cerrado con un
gobierno fuerte, capaz de controlarlo todo para beneplácito de los inversores.
Entonces, ¿Qué pretende
Cuba?, tal vez una apuesta a la era Post Castro, considerando el inevitable
camino hacia el capitalismo, aquí con la decisiva presencia del estado
monopolista en las decisiones fundamentales, además del control de la
burocracia sobre la economía del país.
El Mega puerto del
Mariel puede ser considerado una iniciativa del actual gobierno, pensando en
sus hijos y nietos, destinados a eternizarse en el poder como una élite,
ofreciendo limosnas al pueblo
trabajador.
En los próximos años
Cuba avanzará hacia un adormecimiento de los términos ideológicos en las
cuestiones prácticas, apuntando por los negocios al estilo de la China
“comunista”.
La nueva ley de
inversiones no ofrece oportunidades a los cubanos viviendo en otras naciones,
vendiéndole el país a los extranjeros, especialmente a los no norteamericanos.
Mientras tanto, los
arrestos políticos no cesan, asegurándole a los inversores capitalistas que en
esta nueva Zona Especial de Desarrollo Económico, no olviden las siglas: ZEDE,
no hay tregua, aquí todo está bajo control.
Sólo nos queda esperar
la respuesta de los Estados Unidos ante tanto oportunismo político.
Por Mario Hechavarria Driggs, periodista Independiente
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