miércoles, 8 de abril de 2015

Crónica de una estúpida guerra contra los monumentos.

La noticia viene del Parque Central, un diario concurrente a la habitual peña deportiva, dejando a un lado el Play Off de la Pelota nacional, anunció a gritos: ¡Están restaurando el águila del Maine, dicen que volverá a su lugar muy pronto!
De  ser verdad, estaríamos ante la última acción de un prolongado combate, tan sordo como el diálogo sobre derechos humanos que acaban de protagonizar en Washington los delegados  de Cuba y los Estados Unidos.
La guerra contra las estatuas se traduce en un combate sordo de medio siglo intentando tergiversar el pasado. El Mayor General José Miguel Gómez fue derribado de su pedestal en la Avenida de los Presidentes, tirando en un rincón y luego vuelto a colocar en su sitio.
Hay casos extremos, como la puerta de hierro que cierra la verja alrededor de la ceiba del Parque de la Fraternidad Americana, allí aplicaron una antorcha de acetileno, borrando el nombre del Presidente Machado, promotor de numerosas construcciones que embellecieron la ciudad, entre otras el Capitolio y el remozamiento del Prado.
Al titán Maceo le tuvieron enclaustrado injustamente durante varios años, lejos del libre tránsito de sus admiradores, rodeado de altos muros de hierro y cemento, en su extensa área monumental junto al Malecón. Semejante a un recinto militar, la entrada contaba con garita de control y vigilantes. Felizmente era demasiado y terminaron por tumbar las cercas. De paso, valdría la pena contabilizar los gastos de la insensata operación.
Otras esculturas permanecen de milagro en sus añejos pedestales, esperando resucitar algún día. Supervielle parece molestarse en su reconocida probidad, contra muchos de los clientes que derrochan pesos convertibles en el cercano supermercado Harris Brothers. ¡Vaya usted a saber cómo llenaron sus bolsillos!
Un reciente documental titulado “Nacidos en el 59”, circula clandestinamente a través de las memorias USB, el llamado “internet popular”. Los protagonistas se definen a sí mismos con la frase Somos la generación del cambia cambia.
Al menos no han tocado a nuestro Martí de blanco mármol, con la mano extendida y el dedo acusador en el Parque Central de la noticia. Cerca, desde lo alto de la torre Art Decó Bacardí, el orgulloso murciélago de una marca emblema de la nación, espera aletear de nuevo.
No es de extrañar entonces, el regreso del águila herida de los Versos Sencillos del Apóstol, derribada a mandarria limpia por el Comandante Camilo Cienfuegos. ¿Aparecerá nuevamente el querido barbudo del sombrero alón?


 Por Mario Hechavarria Driggs, periodista Independiente

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