La noticia viene del
Parque Central, un diario concurrente a la habitual peña deportiva, dejando a
un lado el Play Off de la Pelota nacional, anunció a gritos: ¡Están restaurando el águila del Maine,
dicen que volverá a su lugar muy pronto!
De ser verdad, estaríamos ante la última acción
de un prolongado combate, tan sordo como el diálogo sobre derechos humanos que
acaban de protagonizar en Washington los delegados de Cuba y los Estados Unidos.
La guerra contra las
estatuas se traduce en un combate sordo de medio siglo intentando tergiversar
el pasado. El Mayor General José Miguel Gómez fue derribado de su pedestal en
la Avenida de los Presidentes, tirando en un rincón y luego vuelto a colocar en
su sitio.
Hay casos extremos, como
la puerta de hierro que cierra la verja alrededor de la ceiba del Parque de la
Fraternidad Americana, allí aplicaron una antorcha de acetileno, borrando el
nombre del Presidente Machado, promotor de numerosas construcciones que
embellecieron la ciudad, entre otras el Capitolio y el remozamiento del Prado.
Al titán Maceo le tuvieron
enclaustrado injustamente durante varios años, lejos del libre tránsito de sus
admiradores, rodeado de altos muros de hierro y cemento, en su extensa área
monumental junto al Malecón. Semejante a un recinto militar, la entrada contaba
con garita de control y vigilantes. Felizmente era demasiado y terminaron por
tumbar las cercas. De paso, valdría la pena contabilizar los gastos de la
insensata operación.
Otras esculturas
permanecen de milagro en sus añejos pedestales, esperando resucitar algún día.
Supervielle parece molestarse en su reconocida probidad, contra muchos de los
clientes que derrochan pesos convertibles en el cercano supermercado Harris
Brothers. ¡Vaya usted a saber cómo llenaron sus bolsillos!
Un reciente documental
titulado “Nacidos en el 59”, circula clandestinamente a través de las memorias
USB, el llamado “internet popular”. Los protagonistas se definen a sí mismos
con la frase Somos la generación del
cambia cambia.
Al menos no han tocado a
nuestro Martí de blanco mármol, con la mano extendida y el dedo acusador en el
Parque Central de la noticia. Cerca, desde lo alto de la torre Art Decó
Bacardí, el orgulloso murciélago de una marca emblema de la nación, espera
aletear de nuevo.
No es de extrañar
entonces, el regreso del águila herida de
los Versos Sencillos del Apóstol, derribada a mandarria limpia por el
Comandante Camilo Cienfuegos. ¿Aparecerá nuevamente el querido barbudo del
sombrero alón?
Por Mario Hechavarria Driggs, periodista Independiente
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