miércoles, 15 de abril de 2015

Los viejos del capitolio nacional

Todas las mañanas un grupo de ancianos se sienta en las inmediaciones  del Capitolio Nacional,   para vender cigarrillos, café y  jabas  de nailon. Otros con una imagen de San Lázaro esperan por una obra de Caridad.
Miguel  Figueroa Álvarez de 77 años,  maestro de primaria  durante 28  años.  Una pensión de 300 pesos mensuales, pagando  60  por el  refrigerador que  compró  a plazos, dice: “Si no vendo jabas  mi vieja y yo nos morimos de hambre”.
“La semana pasada los inspectores  me pusieron 500 pesos de multa”. “No pienso pagarla, tendrán que meterme preso”. Comenta Pablo.
 Otra señora, Carmen María, vende los paquetes de café de su  cuota.  “Gracias a Dios,   no  tomo café,   vendo el de  la libreta y con el  dinero compro jabones”.
Julio un impedido físico, pone a  San Lázaro entre sus piernas encomendándose al santo. “Hay días buenos y días malos, dice Julio”. “Pero el viejo Lázaro siempre me ayuda”.
Las historias de Pablo, Carmen y Julio no son  únicas. Por toda la capital  se puede observar  a nuestros  ancianos  que pasan el día  ofertando lo poco que tienen. Ellos son el resultado de la crisis económica cubana.

No importa que en ello les vaya la salud de los pocos años que les quedan, lo más importante es que  tienen  que hacer algo para poder comer.

Por Mario Hechavarria Driggs, periodista independiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario